Navidad es sin lugar a dudas para el mundo un tiempo de magia e ilusión, fecha propicia para efectuar un balance de nuestras acciones, de nuestros logros, de nuestros sinsabores y de todo cuanto nos ha sucedido, cuanto nos rodea en nuestras familias, hogares, trabajos, comunidades y en cada una de nuestras patrias en particular y en la América Latina en general.
Navidad para muchos de nosotros significa tristezas e insatisfacciones por no haber concluido las metas propuestas a comienzos de año, pero para otros en cambio resulta una alegría inmensa saber que han sido bendecidos por la Divina Providencia, y sus sueños han llegado a feliz término.
Navidad es en nuestra creencia popular latinoamericana, un tiempo de verdad mágico, un par de días propicios para ese reencuentro bendito de las familias, lo cual indica que debemos desplazarnos dentro de nuestras fronteras patrias, para acudir a la cita familiar. Aquellos estudiantes ubicados en las grandes urbes, lejos del seno materno, aprenden a diario, cuán grande es valor de la familia.
Pero también estamos aquellos que formamos el otro imperio, de desplazados, los que cruzamos Los Andes, el Mar Caribe, la Gran Sabana, las Sierras de Perijá, para dejar el amado suelo patrio. Y también aquellos que cruzamos los Océanos Pacífico y Atlántico, para estar en Oceanía, Asia, África o Europa, más lejos aún, con otras culturas, otros horarios, otras gastronomías y otros villancicos y porque no decirlo, quizás sin ellos.
Navidad es sinónimo de Natividad, bienaventurados quienes se preparan para el nacimiento del nuevo año que se nos avecina, depositando en este ritual los mejores deseos de prosperidad y crecimiento, de desarrollo, de esperanzas, de paz y de un mundo más justo, más noble y más humano.
Navidad para profundizar en la reflexión de los logros alcanzados, pero también para meditar en aquellos que no se cumplieron, y por supuesto quedan por concluir, para ello pondremos mayor voluntad en la esperanza de lograrlos.
Navidad nos obliga a beber del trago amargo que significa no poder asistir a la cita, en nuestros hogares, pueblos, ciudades o países. Esta ausencia será considerada como alimento espiritual que nutre el alma, para comprender que la vida es como una rueda, gira, unas veces arriba, otras abajo. Es la filosofía de entender los designios de la vida, no en vano José Martínez Torres, me transmite su enseñanza de
mano izquierda, mano derecha. Aprender, también en la soledad y en la lejanía, cuán importantes son nuestras familias y fundamentalmente nuestros hijos.
Navidad nos obliga a recordar a aquellos que han partido al encuentro bendito con el Señor. Para sus familias me permito recordar lo que muy bien dice la poetisa de origen araucano Mónica Vargas Anjarí, “
por más contento que esté siempre escondo una pena en el corazón “
Navidad nos permite dejar abierto el compás de agradecimientos por todo cuanto hemos compartido, por todo cuanto nos ha brindado la madre naturaleza, incluidas las catástrofes, ellas nos enseñaron empatía, solidaridad y hermandad, aquí se manifiesta el pensamiento de nuestro querido artista Miguel Ángel Landa, ”
haz el bien y no mires a quien” y de la internacional misionera de los enfermos, Madre Teresa de Calcuta, relucimos su cita por demás elocuente y vigente por siempre en nuestro peregrinar “
a veces sentimos que lo que hacemos es tan sólo una gota de agua en el Mar, pero ese Mar sería menos, si le faltara precisamente esa gota “.
Navidad para compartir esa tradición tan genuina de los pueblos de mi continente, “
de la esperanza “ – según Neruda- deleitarnos con una mesa especialmente decorada para la ocasión, hallacas, pan de jamón, dulces de lechosas tan bien preparados por Elvia Pibernat en Jusepín, Los ricos manjares de Pavo que prepara José Gregorio Moreno en Caripe, pero me deleitaría una ensalada tropical con mangos, aguacates, piñas, pimentones, pepinos y pimienta negra que tan delicioso preparan mis hijas Yohannel y Yohannis. Con ellas mi otro hijo Edwin Mújica y mi adorado nieto Eduardo Rafael. José Ángel y Alba, preparando no solo sus aguinaldos, también celebrando la llegada del primer hermanito de Sebastián Josué, Ahora mi nuevo nieto, Fabio Jeremías.
Todos ellos están espiritualmente en mí corazón. Muchas bendiciones.
Navidad adelantada por cinco horas desde Suecia, donde estaré con Valentina María del Jesús, mirando hacia la América Latina, para divisar mis patrias, la de mi nacimiento –Chile-, la de mi adopción –Venezuela, la de mis amigos desde Argentina a México, mi Ecuador bendito de Padre Hugo Vázquez Almazán, mi viejo San Juan en el Puerto Rico de Héctor Rivero, Cuba de Liuva María, Dominicana de Juan L. Guerra y la tierra grande de Ricardo Arjona, cuando menciona “
porque existo, me despierto y me levanto “, yo agrego siempre pensando en su desarrollo, crecimiento y unidad.
Navidad para invitar al dialogo permanente como única vía de entendimiento para hacer de las patrias, nuestra verdadera razón de vivir en armonía. Siempre bajo el pensamiento de Benito Juárez, cuando decía, que en los hombres como en las naciones, “
El respeto al derecho ajeno es la Paz “, sobretodo por aquellos que piensan distinto, aún cuando nuestros padecimientos son los mismos. La patria toda. Sabrá agradecer un lenguaje de altura, de mirada amplia, sin mezquindad y sin rencores.
Navidad para quienes están en las cárceles de toda la geografía latinoamericana, para aquellos que por pensar distinto, han sido relegados por las in-justicias democráticas de nuestros tiempos, por aquellos hijos autóctonos de la tierra araucana, en huelga de hambre los adultos, donde también ahora encarcelan a menores de edad, sin mencionar los asesinados a manos de los carabineros y amparados por la Constitución dejada por el General de Facto. Por aquellos presos políticos que aún existen en Chile, Brasil, Estados Unidos, sin dejar de mencionar a Guantánamo. Presidentes: Lula da Silva, Bachellet, Barak Obama… por nombrar solo tres, les pregunto. Dónde queda vuestra sensibilidad con los más necesitados ?
Por todos los hombres libres y de buenas costumbres que diseminados en la faz de la tierra, son portadores de las buenas nuevas, de las luces y la moral, tan necesarias en los funcionarios públicos, militares y civiles sobre quienes pesa la responsabilidad de trabajar con manos limpias en la administración de los bienes nacionales y de la verdadera justicia social, sin que impere el compadrazgo, la amistad o la familiaridad en el desempeño cabal de las funciones que le han sido encomendadas por una carta magna y el voto unánime de la población democrática.
Para todos los niños y niñas de mi continente latinoamericano, mis bendiciones, en la humildad de mis ser, esperando que esta noche especial, puedan compartir sino un regalo, un bocado de comida en familia.
Nelson Urra Silva (urrasilva@gmail.com)
Embajador en Suecia de la Sociedad Venezolana de Arte Internacional.
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