En un valle de floreciente vegetación, imperaba la armonía, la solidaridad, el respeto, el cooperativismo y la honestidad ambiental. Un desventurado día, del corazón de los matorrales espinosos, apareció una serpiente, mostrando su lengua seca, horquillada y venenosa. La intrusa, se creía ser la más inteligente, sagaz y la más bella de este mundo.
La serpiente empezó a sembrar terror, intriga, odio y desaliento entre los habitantes; cuando desobedecían las órdenes, mordía y mataba, sólo para imponer autoridad. El halcón, el segundo del rey cóndor, desde lo alto, ocultándose entre las nubes, observaba con desdén, la acción de la perversa.
Un día nublado, la serpiente se echó sobre una roca buscando el calor del sol, al ver a las aves surcar la bóveda gris, se puso a insultar:
–– ¡Incapaces!, ni volar pueden–– las aves seguían haciendo “oídos sordos a palabras necias.” Mas la serpiente, inflando su cuerpo, levantando la cabeza continuó gritando.
–– ¡Qué pena!, ¡qué pena!, aves tontas, solo saben comer gusanos enfermos y semillas podridas ––. Esas palabras hirientes resonarían por siempre en el oído de las aves.
Pronto surgió una voz desconocida interrogando:
–– ¿Cómo estás?, ¿Te crees valiente? ––. La serpiente, identificó al halcón, desconcertada rodó. Se ocultó debajo de la roca pidiendo auxilio a todo pulmón. Las aves, los animales y los roedores salieron a defenderla, solo por ser animal como ellos y porque los valores más sublimes imperaba en la conciencia de todos.
Después de un buen rato, la serpiente se echó a reír a carcajadas. –– Qué idiotas son, salieron a defenderme. ¡Jajajaj! ––. No se percató que el halcón estaba oculto entre follaje de un árbol. Mientras la serpiente convulsionaba por el ataque de la risa, una garra de acero la atrapó y se la llevó por los aires.
Desde lo alto venía el pedido de auxilio. Nuevamente todos salieron para socorrer. Nada pudieron hacer, porque estaban entre las nubes. La agresiva serpiente, recién comprendió el buen corazón de la comunidad, quienes a pesar de haber sido ofendidos y humillados, estaban alertos para ayudar. –– He debido agradecer, antes de insultar y reírme ––. Murmuró la serpiente.
En la cúspide del cerro, cuando iba ser devorada, la astuta serpiente le dijo:
––Señor halcón, nunca estuve cerca de usted. Hoy estoy convencida que usted, es el más veloz, más fuerte, más inteligente, más bello de todas las aves de ésta tierra y por esos atributos es el segundo del rey cóndor ––. El Halcón abrió el pico y levantó una pata para agradecer. La serpiente se valió del momento para escabullirse.
Desde el fondo de un hueco, la serpiente prometió: ––Jamás actuaré como venía haciendo. ¡Adiós halcón!, gracias a tu candidez estoy viva. Todos los habitantes del valle, volverán a vivir en armonía con la naturaleza mejor que antes. ¡Adiós halcón!, siga cumpliendo tu misión.
Moraleja: Vivir en armonía con la naturaleza y con nosotros mismos.
Comentario
muy bello tu trabajo, felcitaciones
RED DE INTELECTUALES, DEDICADOS A LA LITERATURA Y EL ARTE. DESDE VENEZUELA, FUENTE DE INTELECTUALES, ARTISTAS Y POETAS, PARA EL MUNDO
Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
http://organizacionmundialdeescritores.ning.com/
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