Estaba parado frente a ella, era de aspecto radiante y cómico.
Su sonrisa no se apagaba, su extraña presencia iluminaba todo con gran colorido.
Era muy alto, una mezcla masculina con algo un poco caricaturesco.
Su cuerpo era de color lila, sus zapatos redondeados y muy anchos, eran rosados, sus manos muy peculiares de color rosado, solo tenían cuatro dedos en cada mano, eran en forma de pelotitas, grandes y muy fuertes, los cuales movía con gran flexibilidad y cierta magia desmedida.
Sus enormes ojos azules parecían los de un dinosaurio asombrado y no dejaba de reír mientras hablaba.
Sobre su enorme y ovalada cabeza llevaba un sombrero grande de color lila, a ella le pareció extraño pero no le preocupaba.
El misterioso personaje nunca puso sus pies en el suelo, siempre levitaba como a medio metro de altura.
La doncella levantó la cabeza hacia el espacio abierto y quedó fascinada ante el panorama que contemplaban sus ojos.
Sobre su cabeza flotaba un enorme árbol frondoso y lleno de de un verdor vibrante, podía mirar sus raíces completamente, a un lado una larga banqueta cuyos brazos eran redondos y elegantes de color dorado.
Nunca pudo mirar el final de la banqueta, así que se reservó la inquietud que esto le causaba.
Mas arriba en el blanco cielo un castillo de torres transparentes se elevaba majestuoso y parecía moverse lentamente, al lado derecho un carruaje transparente tirado por dos enormes caballos.
Se podía mirar la negra y larga cabellera, agitada por el viento, del misterioso hombre que guiaba los caballos.
Ella no comprendía lo que estaba pasando.
El personaje de vistosos colores, volvió a sonreír.
¿Me recuerdas preguntó?
Ella respondió, no, no tengo ni la más minima idea.
Quiero que valores todo lo que tienes, no debes pensar en lo que no tienes dijo el personaje.
Nos vimos en tu niñez, en las fantasías de tus sueños.
¡Cómo has crecido!
Al menos así me lo muestra el árbol que representa tu crecimiento en todos los niveles existentes.
Soñabas un castillo y lo tienes princesa, el carruaje también.
¿Acaso no es fabuloso mi niña?
Pero la banqueta está vacía dijo la dama.
No, no, no, mi bella dama.
Lo mejor está por venir, aun no has visto el final de la banqueta.
El misterioso personaje se acercó y la abrazó palmeando su espalda, la verdad a ella le dio risa, hacia tanto tiempo que no se sentía tan bien como es ese preciso momento.
Volvió a mirar hacia el blanco firmamento y vio como el carruaje atravesaba la barrera del tiempo a través de un gigantesco arco.
Sin darle tiempo a preguntar el colorido amigo agregó, ese es el triunfo.
Luego movió sus manos mágicamente, y entre sus gruesos dedos se deslizó una enorme rosa de color café, que arriba tenía una corona de rey.
Con una abierta sonrisa se la entregó a la doncella, ella se resistió y dijo:
No me gusta ese color es muy feo, gracias.
No seas tonta, agregó el colorido personaje, pruébala, es una enorme rosa de chocolate y no tiene espinas, te gustará y te sanará para que puedas llegar al final de la historia.
La rosa era más grande que el alegre personaje.
De repente comenzó a derretirse y las gotas cayeron en la mano de la dulce dama.
Pasó la lengua por su piel y le gustó tanto que empezó a saborear la enorme rosa de chocolate mientras ella también reía.
Me dirás tu nombre, hombre de colores, preguntó la dama.
Veo que aun no sabes quien soy respondió.
No, dijo ella y se quedó en silencio…
Yo soy el arquetipo de la sabiduría, vivo dentro de ti.
Espero que ya no lo olvides.
Luego se fue elevando en las nubes mientras movía su mano suavemente diciendo adiós, pero sin dejar de sonreír.
La dama pensó que había sido solo un sueño, se recostó, con el sabor del chocolate en los labios y pasó por el arco del tiempo, en un sueño profundo y gratificante, donde solo van las almas buenas.
El oro goteó por las ventanas del castillo.
Las telas doradas colgaban de las finas lámparas, afuera cantaban las avecillas mañaneras.
Se asomó a la ventana y empezó a llorar.
Hasta ese momento pudo comprender lo que había sucedido en el recuento de su propia historia.
Comenzó a saborear una taza de café.
Comenzó a reír.
Jamás había extrañado tanto a alguien.
Como una niña pequeña y llena de ilusiones, se asomó al jardín, con la esperanza de que el colorido amigo apareciera entre las flores.
Se tiró sobre la hierba y rompió a llorar.
Alzó su voz y dijo:
Aunque seas el arquetipo de la sabiduría, debo confesarte dos cosas.
Te extraño y te amo.
ALONDRA GUTIÉRREZ, CANTAUTORA, ESCRITORA Y POETISA COSTARRICENSE
RED DE INTELECTUALES, DEDICADOS A LA LITERATURA Y EL ARTE. DESDE VENEZUELA, FUENTE DE INTELECTUALES, ARTISTAS Y POETAS, PARA EL MUNDO
Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
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