EL CÓCTEL

[Vicente Antonio Vásquez Bonilla]

-Madre, antes que sea tarde, dime por favor, ¿quién es mi padre? No me dejes en la ignorancia y en la triste incertidumbre.

            La moribunda, haciendo un esfuerzo sobrehumano y con las lágrimas recorriendo sus mejillas, le respondió:

            -Hijo, te amo y tú lo sabes, pero hay cosas que son mejor llevárselas a la tumba.

            -Pero madre, desde que tengo uso de la razón, siempre he sabido que si no te casaste es porque tú y tus amigos son gays o lesbianas; homosexuales, pues.

            -Hijo, lo sé. Nunca te lo oculté y creo que ya es hora de que lo sepas. Ya eres un adulto y estás en capacidad de aceptar la verdad, por extraña o dura que parezca.

            -Sí, madre, dime quién fue el que me engendró, quizás en un momento de debilidad a tus principios lésbico, los que he respetado siempre, sin reprocharte nada.

            Con las pocas fuerzas que le quedaban, tomó las manos de su hijo y viéndolo a los ojos le dijo:

            -Amorcito, alegría de mi vida; te lo voy a decir, aunque espero no dejarte más confundido que antes. Y de antemano, perdóname.

            -Madre, no tengo nada que perdonarte. Tú me diste la vida, te alegraste por mis inclinaciones y respetaste mi heterosexualidad.

            -Bien, hijo. Pero te reitero, perdóname por la forma en que te engendré.

            Temeroso que por prolongar la plática, las fuerzas le fallaran a su madre y al final lo dejará con la incertidumbre de su filiación paterna, la urgió.

            -Por favor. No le des más vueltas al asunto y antes que sea tarde, dime ¿quién es mi padre?

Vicente Antonio Vásquez Bonilla           

 

           -Hijo de mis entrañas. Todo empezó cuando la “comunidad” organizó un cóctel. Estábamos celebrando uno de los aniversarios de nuestra “salida del closet”. Una fecha memorable, cuando el arco iris brilló en nuestro firmamento y fuimos aceptados por la sociedad, aún a regañadientes, debido a nuestras preferencias sexuales. Carlota, Humbelina y Goyita, mis eternos amigos y quienes siempre te han tratado con singular cariño; cuyos nombres de pila son Carlos, Humberto y Gregorio; y a quienes, al igual que a mí, sin darnos sosiego, nos invadió el instinto de conservación de la especie. Deseábamos tener descendencia, pero sin faltar a nuestra condición homosexual. Y desde luego, respetando a nuestras “parejas” de ese entonces.

            La madre, hizo una pausa y tosió. Parecía que el aire le faltaba y las fuerzas la abandonaban debido al esfuerzo.

            -Vamos, madre. ¡Continúa!

            -Pues, bien -prosiguió con su confesión liberadora, sobreponiéndose al dolor que la aquejaba-. Expoliados por el deseo de perpetuarnos y animados por los cócteles que nos tomamos, planeamos el camino a seguir. Siempre, como dije y reitero, sin la intensión de faltarle a nuestras respectivas “parejas”, pero con el consentimiento de ellas. Nos reunimos los tres amigos que te mencioné y yo, debidamente preparados para el trascendental acto.  Los tres gays, como les dicen los “normales”, auxiliándose unos con otros, vaciaron sus espermas en un vaso e inmediatamente, antes que la temperatura afectara a la semilla seminal, lo batimos con suavidad y por medio de una jeringa esterilizada, pero sin aguja, absorbimos el recién preparado cóctel, producto de los tres donantes y luego, lo introdujimos en mi, con la esperanza de efectuar la milagrosa concepción.

»Y funcionó!

»Nunca supimos quien fue el padre biológico, pues nos resistimos a hacer algún análisis de ADN, y vivimos con la ilusión de que los cuatro, inseparables mosqueteros, dejábamos descendencia.             

[Vicente Antonio Vásquez Bonilla]

Estimados amigos: Mirnita, Jhonny, Senda y Tato: Gracias por sus palabras. Los aprecio mucho. Abrazos navideños, Chente.

[Jhonny Olivier Montaño]

Excelente imaginación amigo Vicente, siempre nos sorprendes con cada relato como si fuera el primero, como si el tiempo no ha pasado...

[tato ospina cadavid]

HAY UN DICHO QUE DICE: TODO LO QUE EL HOMBRE PIENSA ES POSIBLE....MÁS SI EL QUE LO PIENSA, LO IMAGINA, Y LO CREA ES UN GRAN ESCRITOR.

UN ABRAZO CHENTE.

[LCDA. MIRNA LOPEZ BAEZ]

Que imaginación Chente, pero todo cabe dentro de lo posible jajajaja

pero mejor no hubiera dicho al hijo porque de seguro murio d ela impresion.

un abrazo