Autor: MIRNA LOPEZ BAEZ Les contaré algo que paso en mi ciudad, cuando aún era pequeñita y todos se conocían. No habían muchas tiendas, ni pulperías, las boticas eran dos, los mercados no existían. Se compraba de a medio(1) y de a real(2) y la locha(3) aún existía. Una mañana apareció en la Plaza Bolívar un hombre alto de cabellos crespos de un negro azabache, sus ojos oscuros y profundos como el mar, su nariz, vaya que era grande parecía el pico de un tucán, pero su boca era más extraña aún, era chingo, tenia labio leporino, cosa jamás vista en mi pueblo. El hombre era todo un personaje greñudo, narizon y chingo pero como las cosas pueblerinas el chingo causo sensación en todo mundo, de paso el chingo no era venezolano era árabe, imagínense eso no les entendemos en sana paz cuando nos hablan y chingos menos. A todos hablaba y nadie comprendía, los chicos le tiraban piedras, laS mujeres lo veían como extraterrestre, y los hombres se acercaban y peguntaban tonterías a las que éste respondía sin saber que le decía. Uno de los hombre le dijo jabibi el narizon abrió los ojos y lo abrazo y lo beso. Entonces el otro le metió tremendo golpe y le dijo _ Ahhh no¡¡¡¡ eso si no, mariconerias conmigo no, te hable como el musio de la tienda pero no pa’ que me besaras, Maricon._ y se marcho dejando al pobre hombre sin saber que paso en medio de la calle del comercio. El narizón se fue caminando y entonces llego a una tienda donde había otro árabe como por instinto arabino se reconocieron se abrazaron y besaron, saltaban como locos mientras la gente miraba. El árabe dueño de la tienda que hablaba castellano y era un señor muy respetado les dijo _ Este paisano mío de la Tierra donde nació el Niño Jesús, vino desde allá a predicar y a darnos vida. Todos se santiguaron y se hincaron en la acera enseguida todos corrieron la voz. _Llego un hermano del Niño Jesús¡¡¡¡ _ Pronto, pronto, llego un hermano del niño Jesús y de seguro viene Maria más atrás. _ Fulana¡¡¡¡ Corre tienes que conocer al hermano del Niño Jesús que nos vino a salvar, tenemos que recibirlo en la casa y hacerle los honores Y así las mujeres del pueblo se hicieron una sola voz, por el hermano del Niño Jesús Al día siguiente mire el desfile de mujeres Doña Susta llega a la tienda con una sombrilla de seda marrón, un traje pegado al busto que mas que busto parecía pelotas de futbol y de falda muy ancha por los tobillos. _ Paisano Amin, vengo a buscar al paisano que llego ayer para que vaya a mi casa y rendirles los honores La doñita se lo llevo del brazo. Ya en su casa le sirve café, galletas y una boronita le cae en el pecho, el narizon extiende la mano gentilmente para limpiarla, la doña lo mira y el se aprovecha de la situación y mete su mano entre el busto para luego quitarles los calzones a la doña, ella cierra los ojos y se entrega diciéndole: Señor mío has de mi un instrumento de tu paz. A lo que el hombre contesta jarajaragartaredef (incomprendible) pero la señora siente que la llevan al cielo y la traen, el musiu narizon le faltaría labio pero le sobraba lengua y ¿cómo la manejaba?, la doña en el cielo se hallaba, el árabe en su jerga algo decía, la doñita solo sentía, creía que árabe a Dios oraba y a ella la encomendaba. En el sofá quedo tendida y el árabe donde el paisano. A las pocas horas llego Doña Patronila con el mismo cuento de brindarle la bienvenida al hermano del niño Dios, pues imagínense que paso el reloj dio las tres de las 12 del día. el árabe de rodilla se puso en el suelo con la cabeza abajo, la señora lo miro, entonces el árabe se incorporo y ella una sonrisa le extendió con un asentir de cabeza que quién sabe por que lo hizo, pero este caballero lo que le pareció fue levantarle el vestido y comienza acariciar su trasero, lo demás imaginen el hombre se dio un banquete y seguía hablando su lengua, cosa que Petronila trataba de seguir , pero éste al oirla como que le entraba un demonio y con mas rapidez le daba, la pobre Petronila quedo en el suelo diciendo jarajara jarajara y el fulano, pa’ la tienda del paisano. A eso de las tres de la tarde llega doña Furruca y le dice que se venga, Furruca joven, bonita, lozana, con una tetas que parecían una ubre de vaca, el musiu la veía y por la chinga la baba le corría. Al llegar a la casa Furruca le dijo Tome asiento niño santo y el carajo la tomo por la cintura y la cabeza entre sus tetas metió, la furruca que era fogosa no pensó en el perdón de Dios sino mas bien en los placer del chingozo y a ellos se entrego, la lenguara que echaba el árabe furruca le decía, no importa niño santo que me mandes al demonio con eso que estas diciendo pero como veo el cielo de divino contigo, dale niño santo y no le cuentes a tu hermanito. La Furruca se dio un gustazo y el chingo mucho mas. A las seis de la tarde llega otra doña de la ciudad, doña Panfila, señora viuda de muchos años, de conducta intachable, nadie podía decir algo de Panfila. Busco al narizón y a su casa lo llevo. Hermano del Niño Dios, venga usted para acá y vea el altar que tengo en mi habitación, el chingo que ya estaba acostumbrado a las mujeres del pueblo, enseguida le levanto el camisón, mira bajo y le dijo jara jara y la vieja se santiguo. _ Que tengo? Qué me ha pasado? Por Dios dame el perdón. _ El narizon al instante la tiro en la cama y allí la poseyó, como una bestia salvaje la doñita se mostró, quitando todo mando al musiu narizón, gritando Dios mío dame el perdón, ay Dios mío, ay Dios mío, que cosa esta mi Dios, que bueno que mandaste a tu hermano mi niño para que me diera este perdón. Y así Panfila obtuvo del niño santo el perdón de tantos años de viudez. El cura del pueblo va hasta la tienda a ver al fulano hermano del niño Dios, cuando lo mira el musiu, el cura de ojos verdes, de porte imponente le dice jara jara y el cura lo toma por el brazo y lo lleva hasta la sacristía, allí el musio lo mira y le levanta la sotana, el cura con los ojos grandotes se queda paralizado mientras el musiu al cura tampoco ha pealado, el curita rezaba y rezaba y decía _ Señor esto no lo vi. en el seminario_ Y así pasaron los días del narizón en el pueblo, hasta que no hubo mujer alguna que no recibiera su perdón El musiu se fue quien sabe a donde. Pasados los nueve meses comienza a nacer chingos por todos lados. Señoritas, casadas, divorciadas, viudas y abandonadas en sus brazos tenían una chingada y el cura en el bautismo decía esta ha sido una bendición del señor la partera mucho trabajo ha tenido, las mujeres todas han parido, el hermano del señor ha desaparecido, pero su obra ha dejado. Para sus adentros el curita decía Gracias a Dios a mi no me dejo nada. Por eso al pueblo lo llamaron el pueblo de los chingos. (1) Moneda de 0,25 céntimos (2) Moneda de 0,50 céntimos (3) Moneda 0,12 céntimos
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