Vicente Antonio Vásquez Bonilla
Los dos experimentados pilotos, Rogelio y Teodoro, transitaban a toda velocidad sobre la pista, ambos con la ilusión de cruzar la meta en el primer lugar y llevarse los laureles del triunfo. Los coches eran iguales, las condiciones las mismas y los deseos similares. Corrían cuerpo a cuerpo, la distancia se acortaba y todo presagiaba un emotivo empate.
Si las circunstancias continuaban así, en breve estarían cruzando la meta y se pondría de manifiesto la excelencia de los contendientes y de los autos. Los adversarios se veían de reojo y se daban por satisfechos, las largas horas de entrenamiento y la concentración puesta en la lid estaba por dar sus frutos. De repente, Rogelio eructó con fuerza, acto que no le hizo perder la atención y los dos bólidos llegaron y cruzaron la meta. A simple vista parecía un empate y así hubiera quedado registrado en los anales deportivos, si la llegada no hubiera sido filmada por una cámara de alta velocidad que luego puso de manifiesto que Teodoro había ganado la carrera por “una nariz” de escasas e imperceptibles fracciones de milímetro.
¿Qué había sucedido? ¿Cuál fue la diferencia que definió el triunfo? Cualquier observador desapasionado diría que fue la casualidad o que simplemente así tenía que ser y punto. Pero, Ambrosio, físico de profesión, científico inquieto y hombre acostumbrado a la investigación, dispuso estudiar todos los fenómenos que intervinieron durante la confrontación, tales como: velocidad, masa, fricción…. Y dedicó cinco años de su vida a investigar con ahínco y con rigor científico todos los pormenores que interactuaron durante la justa.
Recordó un antiguo proverbio chino que dice que "el aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo". Con esa idea revoloteándole en la cabeza y con base en la teoría que de él se derivó y a la que los estudiosos llaman: efecto mariposa; en la que aseguran que no existen actos aislados, que todo está concatenado y que por ende, el aletear de un simple lepidóptero que se da, por ejemplo, en Tailandia, podría desencadenar un huracán en otro lugar remoto de América. Dispuso estudiar, valiéndose de complejos modelos matemáticos inéditos, todos los componentes involucrados, incluyendo el impredecible eructo.
Toda acción, por ínfima que sea, produce una reacción, se dijo a sí mismo, y por consiguiente, al suceder una violenta emisión de gas del tracto digestivo a través de la boca, por pequeña que parezca, debe provocar una fuerza contraria hacia atrás que causa una imperceptible desaceleración de la unidad móvil compuesta por el vehículo y el piloto. Una acción que desencadena pequeñísimos cambios y produce un resultado no esperado. Y llegó a la conclusión y a demostrar que esa nanofuerza fue la que nanofrenó el impulso del carro. Por el contrario, si hubiere existido la posibilidad de que el piloto afectado, con conocimiento de causa, sin perder el control y la concentración, hubiera vuelto la cabeza y eructado hacia atrás, es innegable que la reacción lo impulsaría hacia adelante, ganando un nanoenvión extra y la carrera.
Especulando y con base en los resultados encontrados, se llega a la conclusión de que el final sería diferente, si el eructo, despistado, tomara como camino de salida el otro extremo del tubo digestivo, ya que la nanoganancia de empuje sería positiva. Pero ese fenómeno sería causa de otro estudio. En todo caso, las bases científicas ya están planteadas en las memorias de laboratorio y el tema de investigación queda como inquietud para otro acucioso investigador.
La mayoría de los observadores piensan que fue un desperdicio de tiempo y de recursos efectuar una investigación que no conduce a nada; pero, el científico está satisfecho de su descubrimiento y de su contribución a la ciencia. Y como siempre existen quienes aprecian y reconocen los esfuerzos, aunque parezcan inútiles; hoy, Ambrosio ostenta con orgullo un galardón que justiprecia el valor de su trabajo y el que recibió con beneplácito en el Sanders Theatre de la Universidad de Harvard en Cambridge (Massachussets), el que con pompa y alegría le otorgó la Revista Annals of Improbable Research (Anales de la Investigación Improbable): Nada más y nada menos que el internacional y reconocido premio IgNobel (Anti-Nobel) de física.
Comentario
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Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
http://organizacionmundialdeescritores.ning.com/
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