Tomatis es un médico francés que ha dedicado cincuenta años al estudio de las propiedades curativas del sonido y la música así como a valorar su influencia en la creatividad e inteligencia. En sus centros de audición alrededor del mundo ha hecho pruebas a más de 100 mil pacientes en relación con los problemas de audición, los trastornos del aprendizaje, los impedimentos vocales y auditivos y el aprendizaje de idiomas. Particularmente, debo decir que he leído y puesto en practica su teoría sobre el aprendizaje de idiomas obteniendo resultados sorprendentes.
Tomatis también descubrió que más allá de las preferencias de las personas o de sus conocimientos sobre el compositor, invariablemente la música de Mozart calma al oyente, mejora su percepción espacial, le permite expresarse con más claridad y facilita que los resultados del aprendizaje sean mejores y más perdurables.
Otras investigaciones se han desarrollado con posterioridad afirmando que las composiciones de Mozart sobresalen entre todas las obras musicales por su elevado impacto en las personas. A esta incidencia se le ha denominado: Efecto Mozart.
Antes de entrar en materia vale aclarar que, si bien el Efecto Mozart tiene sus orígenes en los trabajos de Tomatis, el desarrollo de esta teoría se debe esencialmente a las investigaciones del equipo de trabajo de Rauscher y Shaw. No obstante, fue Campbell, musicólogo de la Universidad de California, quien le brindó una nueva vuelta de tuerca a este efecto en su libro "El efecto Mozart: Aprovechar el poder de la música para curar el cuerpo, reforzar la mente y desatar el espíritu creativo".
Campbell sostiene que la música de Mozart puede potenciar espectacularmente la capacidad de aprendizaje de los niños menores de tres años. Sus planteamientos han cobrado tanta fuerza que en el estado de Florida existía una ley que obligaba a los niños de las escuelas públicas a escuchar música clásica (desconozco si aún se mantiene).
Las selecciones de piezas musicales compiladas por Campbell transmiten accesibilidad, frescura, serenidad y libertad. La música de Mozart extrae el potencial creativo individual, pone en resonancia las propias vibraciones y el fluir de las notas, transmite sentimientos de felicidad y perfección, hace vibrar las fibras más sensibles y nos permite llegar a un nivel de conciencia diferente del propio ser. Algo que no logra ningún otro compositor.
El trabajo de selección que ha realizado Campbell sobre la música de Mozart representa un conjunto altamente organizado de sonidos que sirven para estimular diversas áreas del cuerpo y de la mente. El ritmo particularmente rápido y sostenido tiene influencia sobre el sistema nervioso y la vida neurovegetativa, mientras que las frecuencias más agudas o “filtradas”, estimulan áreas del lenguaje y el pensamiento lógico-matemático.
¿Qué tiene de especial la música de Mozart que provoca estas reacciones?
1. No se evidencia ningún signo de monotonía sino que es un pasaje musical muy fluido.
2. Gran movilidad de los tejidos armónicos que aseguran una música particularmente vivaz.
3. Una base rítmica constante con un batido cada 0.5 segundos que determinan una modulación de 120 pulsaciones por minuto.
Así, hoy la música de Mozart se utiliza en varios centros de enseñanza para promover la creatividad y el aprendizaje de los estudiantes ya que mantiene un tono cortical de alerta extremadamente favorable.
No obstante, todo no es color de rosa y como siempre apuesto por presentar todas las ideas para que cada cual saque sus propias conclusiones debo advertirles que también existen sus detractores del efecto Mozart. Talero es uno de ellos, a partir de la recopilación y análisis de un total de 65 investigaciones relacionadas con el uso de la música y el efecto Mozart ha llegado a una conclusión:
“La mejoría específica en el desempeño de habilidades visuoespaciales que ocurre después de escuchar música de Mozart, y que tiene una reconocida corta duración (10-15 min), es el fenómeno denominado “efecto Mozart”. Respecto a este último, hay suficiente evidencia que lo respalda. No obstante, se reconoce el hecho de su inestabilidad y desaparición después de algunos minutos, lo que desestimaría el uso comercial que promueve el rápido logro de una inteligencia superior.”
Fuente:
Talero, J.G.; Zarruk, A. & Espinosa,B. (2004) Percepción musical y funciones cognitivas. ¿Existe el efecto Mozart? Revista de Neurología; 39 (12): 1167-1173.
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