EL SURGIMIENTO DE UN OFICIO

[Vicente Antonio Vásquez Bonilla]

Vicente Antonio Vásquez Bonilla

 

Durante las cruzadas, las industrias bélicas lograron expandir sus producciones elevando el ingreso per capita de las naciones. Fe de ello lo dan los catálogos de la época que muestran una amplia y variada colección de escudos,  espadas y demás prendas del atuendo guerrero.

 

Y como siempre hay industriales prestos a detectar y a satisfacer las necesidades emergentes, surgió la fabricación de los bonitos, prácticos y útiles cinturones de castidad, en diferentes tallas y modelos, según la coquetería femenina y las exigencias de los valientes caballeros que partían en pos de la gloria, con el animo tranquilo, sabedores que dejaban a buen resguardo sus propiedades más intimas.

 

Ante la eventual muerte del cruzado, la llave del cinturón quedaba depositada en manos de la suegra de la dama o bajo la tutela de un leal primo o, a buen resguardo de un confiable y casto clérigo.

 

Pero como la necesidad es la madre del ingenio, surgió un nuevo y muy solicitado oficio: el de cerrajero, quién en atención a las demandas del mercado, se encargaba de cambiar registros, copiar llaves y todo con el valor agregado de la discreción de un confesor.

 

Ante el ejercicio de una actividad tan solicitada, como perentoria, éste sacrificado obrero no solía realizar labores a crédito, pero, como una contribución social y humanitaria, incluso, aceptaba pagos en especie y en casos especiales hasta por gratificantes abonos.

 

[María C. escalante]

Gracioso cuento.