El tiempo es el verdugo (Destacado)

[Cecill Scott.]

El tiempo es el verdugo

 

Añorado crepúsculo, delirante ángelus

en ti suavemente abandono mis alabanzas.

Mi cuerpo cubres con tus tenebrosas sombras

y me entrego dócilmente a la eternidad del tiempo.

 

Quiero detener la tierra, que no avance, que no prosiga

y en las sombras esperadas, que llegan al bajar el día,

nos deleitaremos con el lánguido florecer nocturno

y contaremos los destellos que ayer se extinguieron.

 

Será mi celda un manto solitario,

donde los muros cobijen mi cuerpo desnudo.

Irresistible tortura que renace al ver en libertad al tiempo

que aún no llega a cumplir su condena.

 

¡Detén el tiempo, que las horas no crezcan!

¡Viajemos a la eternidad, habitemos en ella!

El tiempo es el verdugo, cruel y sanguinario de este

encuentro ardiente, lo hace breve, fugaz y pasajero.

 

Cautiva del deseo que a mi lado resarzas,

mutilando las horas del yermo sombrío,

al quebrar la marcha para que al fin detengas,

las horas perdidas de nuestro delirio.

 

Entonces seré prisionera de tus brazos inmortales,

alargando las horas de éste ardiente encuentro,

yo ocultaré los perdidos instantes muertos

y beberemos la sagrada ambrosía de nuestro amor eterno.

 

 

 

 

Cecill Scott.

©Todos los derechos reservados.

[hugo]

¡Aijuna con el poema

que hoy nos entrega Cecill!

No es redundante decir

que refulge su diadema

¡y arde, pero nunca quema,

la llama de su sentir!