ENTRE SOLEDAD Y PENA

[Norberto Rubén Calul]

Me desespera el silencio

que me ha dejado tu ausencia,

cómo me duelen las noches

donde no encuentro tu estrella

y en mi vacío terrible,

entre soledad y pena,

vuelvo otra vez al camino

que me marcaban tus huellas.

 

Y me desquicia el recuerdo

entre mil horas tan lentas

y vuelvo a pelearle al tiempo

la inequidad de sus vueltas,

como cuando le rogaba

que sus pasos detuviera

e impiadoso no escuchaba,

insensible y sin respuestas.

 

Mis manos están vacías

pero, las siento tan plenas

cuando recuerdo a mis dedos

caminando por tus piernas,

cuando tú les indicabas

esas regiones secretas

que sacudían tus ansias

y que quemaban mis venas.

 

Y acariciando mis palmas

dejo mis manos abiertas

y entrecerrando mis ojos

imagino una silueta

que tiene casi tu talle,

que parece que se acerca

y entonces cumplo en el aire

mi fantasía más cierta.

 

Y al compás de una canción

que melodiosa penetra

en la quietud de la casa

que tantas veces nos viera

redescubriendo las noches

o despertando a la siesta,

traigo a mi mente tu boca,

la mejor de las cerezas.

 

Y te imagino en mis labios

como otras veces, sedienta,

encendiéndome el deseo

de la manera más fresca,

pero no estás y, quién sabe

si, lejos, hoy me recuerdas,

más, lo confieso, me basta

con imaginarte cerca.

 

Las noches me traen aromas

que la mañana se lleva,

aromas de madrugadas,

de atardeceres, de siestas,

los que aspiré de tu piel,

de tu perfume de fresias,

y que conservo en mi boca

de tanto besar tu ausencia.

 

Ya no caminas conmigo,

pero, vas por mis veredas,

y no compartes mi cama,

no hacemos planes, ni cuentas,

pero estás en mis proyectos,

en mis sueños y en aquellas

sonrisas que se me escapan

cuando te recuerdo tierna.

 

Te marchaste un gris septiembre,

hace ya tres primaveras,

había olores de otoño

y una lluvia pasajera

que mojaba las preguntas

e inundaba las respuestas,

salpicándome los ojos,

confundida con mi pena.