PISO 12
¡Qué cosa, recién ayer hablé con él! No lo vi de mal humor, ni tenso. Sin embargo, sí fue un poco parco. Me siguió la conversación, pero no era el de siempre. Para mí, ya lo sabía hace rato, pero no nos dijo nada, tal vez no quería que nadie lo supiera. La verdad, nunca fue amigo de compartir sus cosas. Había que sacarle todo con tirabuzón. Eso de tragarse las cosas no es bueno, te vas llenando, llenando, llenando y un mal día revientas como un globo. Que si un infarto, que si un derrame, que si una parálisis. No no, no hay que guardarse las cosas.
Solo esperaba que empezaran a desbaratarlo, cuando en el fondo, más de uno lo envidiaba.
- Pero si dicen que lanzó todo por la ventana y lo que no cabía, lo rompió para lanzarlo también. Gracias a Dios no se tiró el mismo.
Las miradas se cruzaban cómplices y rápido, tal como llovían las palabras sardónicas contando lo ocurrido.
- Me lo hubieran dicho de cualquier otro… pero de él. ¡Me parece increíble!
- Lo peor es que ni los animales se salvaron, dicen que en la caída la lora volaba en la jaula, y ni hablar del gato.
- Hombre, no es para burlarse, alguien debe ir a verlo a la cárcel. Ahora es que necesita amigos.
- No, sino me burlo, eso me contaron. Todo quedó en la calle, no faltó nada. Ropa, televisor, radio, sillas, cortinas, zapatos, colchón, latas de conserva... Con decirte, a mi no me crean, que hasta los grifos de agua tiró.
- La gente exagera, mira que tirar grifos de agua…
- Yo no sé, lo bueno es que nada le cayó encima a nadie. Cuando la policía llegó y tumbo la puerta ya no quedaba nada. Cuentan que se dejó arrestar sin hacer ningún aspaviento. Pero ya lo decía yo, eso de andar con chiquillitas es una vaina, así te pagan, así mismito te pagan. Y eso que se le veía la mar de contento, brioso, como que respiraba más hondo y pleno. Recuerdo que rebajó, que vestía colores más vivos y hasta dejó de fumar. Como que la vida le corría por las venas. Pero cambiar el gobierno y hasta ahí llegó el amor.
- A mí no me pregunten si le corría o aceleraba la vida. Pero eso de dejar todo atrás. Eso de largar mujer, hijos, nietos, viejos amigos. ¡Todo mi hermano! y terminar tirado como lata vieja… no es cosita de comer. Menos mal que no le dio por arrojar también a la fulana…
- ¿Cómo la iba a aventar?, si lo que más costo a la policía fue convencerla de que bajara del abanico de techo del medio de la sala.
Yo solo me limité a escuchar. Era evidente que disfrutaban lo ocurrido, hacían esfuerzos colosales para no soltar la carcajada. En eso sonó el timbre, así que rompimos el quórum. Había que volver a los salones a dar clases. Disimular y conservar el orden era la consigna. Por lo menos, mientras mandaban un nuevo Director a la escuela.
Comentario
Una excelente narrativa que mantuvo despierto mi interés!! Un deleite leerte, Alberto!!
Cariños,
Tere
RED DE INTELECTUALES, DEDICADOS A LA LITERATURA Y EL ARTE. DESDE VENEZUELA, FUENTE DE INTELECTUALES, ARTISTAS Y POETAS, PARA EL MUNDO
Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
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CUADRO DE HONOR
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