FRANCISCO

[Carlos Aníbal Arboleda Martinez]

Querido hermano Francisco:

No soy un hombre religioso como, las gentes, piensan que debe ser quien confiesa que habla a menudo con Jesús.
Tampoco soy un hombre viejo, ni me escudo detrás de blasones ni títulos, soy un hombre común que tiene la mala costumbre de mirar al cielo de las estrellas como una maravilla de la naturaleza, no como la promesa de un mal ganado premio.
Tengo en mi hoja de viaje más borrones que medallas, si, tengo la suerte de haber procreado tres milagros en forma de hombres, tres hijos que son, mi modesto orgullo.
No dejo en el camino deudas de sangre ni me creo las infantiles promesas de un derecho creado, solo puedo decirte que he vivido y vivo para hacer feliz a la gente que me rodea, ese es mi premio.
Me gusta decir cosas bonitas y me regocijo de ver en las caras de mis alumnos, la sorpresa, y la complicidad de mirar al mundo con ojos nuevos.
Me gusta contar, y enseñar a contar historias, como contarían mis abuelos que no los conocí, yo también soy abuelo.
Mi nieto es mi mejor mirada al futuro, en el veo las maravillas que verán sus ojos en el mundo que le dejamos.
A menudo creo conversar con mi amigo Jesús, y casi siempre veo que estoy hablando conmigo mismo, con mi sentido común, con el sentido común que parece que nadie ve.
Cargo conmigo una bolsa de recuerdos y me gusta leer sobre los hombres que dejaron en mí sus experiencias, los admiro y reparto a manos llenas su mensaje.
Creo que debemos formar buenos profesionales, buenos técnicos, buenos operarios, pero sobre todo: buena gente. Es la misión más bonita que he tomado a mi altura de la vida.
Me gusta viajar y llevo conmigo la mirada de mis niños cuando no los puedo llevar conmigo, luego comparto anécdotas y paisajes.
No soy adicto a las competencias, todos tenemos el derecho a participar de esta vida, y nada llevaremos al partir.
He mirado en tus ojos que te gustan las mismas cosas y por eso te escribo, me siento feliz de vivir en los mismos tiempos que tú vives y siento alegría por que así sea.
Te dejo mi saludo y admiración, no como ministro, no como iluminado, si como hermano en esta vida, mi querido hermano Francisco.
Hoy que tú estas habitando la Casa de Pedro, el pescador, quiero que me ayudes a encontrar la luz del hombre nuevo en el fondo de los ojos de mis niños.

Carlos.

[Carlos Aníbal Arboleda Martinez]

Gracias Vilma, abrazo a Cacho.

[Vilma Lilia Osella]

En los ojos de esos niños encontrarás todas las respuestas.

Con admiración, respeta y cariño inmenso.

Vilma Lilia