HABLANDO CON EL ARCÁNGEL

[Alondra Gutiérrez]

 

HABLANDO CON EL ARCANGEL

Me llevas a tus brazos de vida.

Me haces reposar sobre mares de cristal,

que brotan de una trasparencia inexplicable.

Me estrechaste contra tu pecho para decirme que me amas.

Tomas frutos de tu árbol preferido para hacer mi medicina,

esa que me alivia y me sana.

Es entonces que me llamas por mi verdadero nombre,

el que nadie conoce, solo tu y yo.

Luego me hablas en el lenguaje cifrado de los inmortales.

Me desnudas y colocas en mi frágil cuerpo las ropas nuevas que luciré para ti.

Es entonces que abres el cielo completo para mí.

Quedé perpleja ante tanta belleza.

Veo la corona que se posa sobre tu cabeza y entiendo el poder que te ha sido dado.

Aparece imponente y aguerrido tu caballo blanco listo para la batalla.

Te ciñes la espada de oro refulgente y tu armadura luciente, inspira respeto y temor.

Luego te paras sobre el sol con tu voz grave bañada de autoridad, ejecutas las ordenanzas.

Eres digno de llevar tu corona.

Así lo proclaman los cielos de los cielos.

Al mirar tu imponencia, un grito ha salido de mi pecho.

Tus ojos de cielo se clavaron en mí como manojos de luces escarchadas de fuego.

Me dijiste:

No temas amada mía.

Volviste a besarme, volviste a amarme con el amor santo y limpio que no gozan los mortales.

Volví a desmayarme en tus brazos de delirios y sueños.

Me convertiste anoche en gota de paz.

Tranquilizaste mi alma y mi carne al derramar tu esencia sobre mí.

Tu amor resonó en mi estancia.

Aunque me sentía morir, me hiciste vivir.

Tu amor es incomparable, no lo puedo descifrar.

Tu amor no lo puedo entender, mas lo puedo degustar dentro de mí,

Ahí es cuando me doy cuenta que llenas todos los rincones desconocidos para el mundo.

En mi cabeza pusiste una corona de siete estrellas y me llamaste! Mi reina de Ofir!

Mi cara quedó brillante como la  luz del sol a pleno día.

La túnica caía hasta mis pies, los descubriste, me los besaste.

Empecé a llorar sin decir palabras, arcángel mío.

ALONDRA