Injusticia ajena

[Carmen Amaralis Vega Olivencia]

Injusticia ajena

Lo primero que noté fueron las lacras de sus piernas hinchadas y tiesas en aquel sillón de ruedas. Luego su mano extendida suplicando una moneda: -Señora tengo hambre, me dijo. En ese instante miré a sus ojos lacrimosos, sucios, tristes, cansados de rogar sin éxito una limosna por amor a Dios.

Me di de cara con el dolor ajeno, de cara con el hambre, la suciedad, las llagas ajenas, y el rencor justificado del que no tiene nada y mira la abundancia de los otros que pasan por su lado, indiferentes, con prisa y sin amor.

La reconocí, si, era aquella niña a la que en alguna ocasión socorrí  frente a la iglesia. Han pasado muchos años, y ahora la vuelvo a encontrar, sucia, rota, inmunda, mucho más miserable, y me duele, me duele tan profundo.

Detengo mis prisas y le hablo, le digo: - que le pasó a tus piernas, y me comenta de su diabetes, de su pobreza y su soledad inmunda.

Insulsa le recomiendo escuchar música mientras mendiga y me dice: -señora, en el cuartucho en que vivo todo me lo roban, tenía un radio de baterías y me lo desaparecieron los drogos. 

Saco algo de dinero, se lo entrego, y me voy con mi prisa, esta vez el corazón se me pincha, se me estruja en el pecho, la oigo bendecirme y me duele, me duele mucho. Yo no necesito más bendiciones, lo que necesito es auxilio para mi corazón maltratado por la injusticia ajena.

Carmen Amaralis

[Carmen Amaralis Vega Olivencia]

Ana maría, así mismo es, gracias por leerme y comentar con toda sabiduría, un abrazote, Amaralis

[ANA MARÍA HERNÁEZ]

DOLOR QUE CAUSA VER LA DURA REALIDAD DE OTROS DE ESOS QUE NO TIENEN NADA Y TODO LE QUITAN HASTA LAS GANAS DE VIVIR