"Juana" relato

[liliana gonzalez]

- ¡ Ya estoy aquí, Juana! -exclama.
Me asustó, me tapo la cara con las raídas sábanas.Tengo miedo, él me ama pero es violento, es un hombre rudo, habituado a las cosas manuales.Casi no habla, no pregunta cómo estoy, cómo me siento hoy, si tengo ganas de él. Nunca me dice ¡Te quiero mi amor! Nunca me lo dirá. Si, a veces me pega, no muy fuerte sé que eso lo hace sentirse mas hombre y no sé porque. De repente siento sus manos fuertes, es mi hombre que me sacude un poco.
Me pregunta ¿qué hago? no contesto, le tengo un poco de miedo.
De repente mira la cuna. Me saca de la cama abruptamente y de un tirón.
¡Juana, otra vez no! ¿Quienes son estos niños, de dónde los has robado esta vez?
Y los recuerdos vienen a mi mente.
Aquella vez...
Vivíamos en la ciudad, estaba sola, enojada ¡mis lágrimas corrían por mi rostro, no era feliz! Cuando de pronto veo a un niño acostado en su cochecito, tenía unos ojos enormes grises, una boquita pequeña, una nariz respingona.
Su madre no lo quería, es verdad no lo quería.
Entonces decidí llevármelo. Lo agarre en mis brazos, corrí con él, mis vestidos se enredaban en mis piernas, mi corazón latía con fuerza.
Llegué con él a casa y él me hizo devolverlo. Lo arañé, pero él es hombre, tiene más fuerza que yo. Lo odie, volvió, me pegó. Vendimos todo lo poco que teníamos y vinimos a vivir aquí a esta plata olvidada por Dios y por los hombres.
Él dice que es por mi bien. Él se hizo pescador, se compró un barquito y esta choza inmunda llena de ratas. Me tiene aquí sola...
-Juana ¿de dónde son estos niños, no entiendes que no puedes quedarte con ellos? no son tuyos. Oía a mi esposo decir.
Y recordé. Mi vecina está enferma es mas pobre que yo. Fui a verla. Estaba muy mal. Los niños pequeños están con hambre, su esposo es pescador como el mio. No ha regresado. ¿Habrá muerto? Mientras le daba una sopa caliente con algunas papas, pensaba en esos niños quedarán solos, huérfanos.
Decidí traerlos a casa. Ella de todos modos morirá, él ya esta muerto.
Envolví a los niños en unas frazadas rotas los puse en una cuna me los traje a casa...
Los niños comenzaron a llorar, pedían por su madre y él, mi marido, gritaba.
Comenzó por agarrar a los niños, ellos gritaban ante el desconocido, él me miró y me dijo llorando
- ¡ Juana, Juana! No sé que hacer contigo. Hemos perdido todo, he huido de la cuidad dejando todo por ti.
Me hice un pescador, trabajo todo el día, toda la noche. Llego a casa, tú estas allí esperándome para pelearme, ¡tengo que sostenerte para que no me hagas daño! Y aún así yo estoy a tu lado. Pero no permitiré que hagas esto.
Salió dando un portazo llevándose los niños. Me dejo sola aquí sin los niños.
En esta isla llueve, hace frío. Mi vientre está vacío, mis manos están vacías.
Las horas pasan, el no regresa. Tal vez no lo hará más, la noche avanza como avanza el temor y la desesperanza. La soledad se apodera de todos mis huesos. El frío está en toda mi casa y aún en mi alma.
¡De pronto escucho pasos! Si, es él. Pero no viene solo ´¿ viene con los niños ? Tengo miedo porque mi marido estará enojado. Y tal vez me pegue,no, no es malo solo rudo.
Él abre la puerta, se lo ve cansado, sus arrugas están pronunciadas en su frente, sus ojeras azules tiene un rictus en la boca.
Carga a los niños en su brazo. Me los entrega.
Con voz muy baja, ronca dice: - Su madre ha muerto, ahora serás su madre, hazles de comer.

[Federico Landaeta]

Excelente, Liliana... maestra del suspenso...

Bendiciones incesantes

[liliana gonzalez]

  Gracias por comentar 

                       mary

[liliana gonzalez]

 Gracias vicente por comentar!

             mary

[liliana gonzalez]

Gracias Rita por estar siempre!

              mary

[Vicente Antonio Vásquez Bonilla]

Que buen cuento, me atrapó desde el inicio y me llevó por sendero que no imaginaba. Besos, Chente.