
Párpados cayendo, el peso del sueño,
memorias dolosas
me hacen su dueño,
tratando de huir
de los retratos del pasado,
queriendo morir,
con tanto vil pecado
Veía sus ojos
con dolor humano,
mis rudos instintos
cortando sus manos,
gritos de su madre
rasgando los mitos,
de la gallardía en este
soldado
No tenía control
sobre mis acciones,
vampiras bayonetas
desangrando emociones,
el sargento grita:
“rómpele los huesos,
pártele la crisma,
que no quede ileso”
Mi rostro se llena del
líquido rojo,
el mismo que llevo
dentro de mi cuerpo,
¿vendrá un enemigo
con todo su arrojo,
a cortarme el alma
cuando yo haya
muerto?
“Fuego en la trinchera!”
grita un camarada, y
explotan en tierra,
algunas granadas
niños chillan: “mamiii,
¿a dónde te has ido?
mi hermano pequeño
se encuentra perdido!”
Hecatombe cesa,
sobre aquella aldea,
ni un alma les reza,
sólo hay preseas,
vítores y risas,
violando inocencias
sin razón alguna,
macabra apetencia.
En la oscura noche
que invade la calma,
horribles reproches
saltan de mi cama,
fantasmas sombríos
caminan a rastras,
pernoctan conmigo,
hasta la mañana
Es mi sufrimiento,
en el juicio, testigo,
de la guerra enferma
que habita en mi alma,
viene el veredicto
a mi mente insana,
condena irrestricto
el mal deplorable,
no teniendo excusas
declaro: Si! culpable…
Maldita! guerra maldita!
que todo destruye,
que todo nos quita,
que todo lo acaba,
hasta la humanidad bendita…
Copyright ©Alberto J. Alvarez G.®2007
Copyright ©Mystique®2007
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