- LA CONTRADICCIÓN DE QUIENES VIVEN SIN CONVICCIÓN - (texto que invita a la sana reflexión)

[hugo]

  Avanza el 2020. La pandemia de un virus, el Covid19, deja informaciones de contagio, propagación y muertes para las estadísticas. Simultáneamente, la situación catastrófica ofrece la inmejorable oportunidad para el necesario aprendizaje. Múltiples preguntas brotan en las mentes humanas ante la magnitud desbordante de un fenómeno tenaz e intimidante. 

  Miembros "de las mal llamadas noblezas" y primeros ministros no escapan al virus que ha demostrado su gran poder de infestación y muerte. 

  ¿Quién puede predecir quién será más letal al final del año? ¿Será el Covid19, acaso? ¿O serán los individuos uniformados que son nombrados en sus puestos por los gobernantes de turno, o por los monarcas de siempre?

  ¿Cuántos policías, militares, prefectos, gendarmes, que viven y mantienen a sus familias con el dinero de los contribuyentes desobedecerán las órdenes recibidas de torturar o matar sin compasión a quien fuese, amparados en leyes marciales, aunque sus víctimas incluyeran en la luctuosa nómina a los médicos, enfermeros y profesionales de clínicas, hospitales, centros de asistencia sanitaria, mismos que dejaron a sus familiares en casa durante largas horas de ardua y muy riesgosa labor para intentar salvar a muchos seres humanos, como ellos (o quizá, a ellos mismos), de la acción implacable de un enemigo casi invisible? 

  ¿Cuántas manos permanecerían apuntando hacia el piso, sudorosas, incómodas, inquietas, ante la sola pregunta?

  En mi humilde opinión, los servicios de inteligencia jamás obtendrán los servicios de los individuos más inteligentes, pues, estos no trabajan en corporaciones criminales. 

  La Vida nos interpela. La muerte nos deja preguntas. Aquello de lo que no se habla, no dudo, se termina padeciendo. 

P.S.: texto escrito por Hugo Mario Bertoldi Illesca, Argentina, 6 de abril de 2020

[hugo]

Elías Antonio, agradezco presencia, lectura y comentario en la preciosa imagen que me regalas. Abrazonrisas y buenas ondas. 

[Elias Antonio Almada]