LA FUENTE DE MARÍA GACHAS...
Escondida en un cahorro: miraba al sur entre los líquenes -siempre en movimiento-, que le daban buena sombra -cuando el sol caía a las tres de la tarde; pero su chorro cantarino, siempre se deslizaba desde una teja arabesca, que le servía de cauce desde tiempos inmemoriales y al caer sobre la roca reaní de su base: salpicaba todo el entorno y formaba una pequeña poza -siempre ondulante-, donde todos los animalillos del entorno y especialmente los pajaritos iban a beber y refrescarse -muchas veces zambuyendose- para aplacar el gran calor del mediodía.
El entorno parecía un edén con todo el pululeo de vida, que se formaba por los alrededores; especialmente en los terribles días del verano en la comarca, cuando no quedaban abrevaderos en muchos kilómetros a la redonda. Aquél manantial, siempre daba vida a todos los que se acercaban y discurría cruzando el camino, hasta adentrarse en la incipiente cañada, que luego llegaría a formar el río Guadalmedina, -cuyo nacimiento venía de las lejanas sierras más al norte- y que sólo formaba cauce en tiempos tormentosos o en los inviernos de lluvias persistentes y algo continuas. Aquella bendición de agua, se adentraba entre los álamos blancos, negros y algunos eucaliptos de su ribera, cuyas hojas revoloteaban a las brisas, sin poderse escapar de sus ramas y parecían diminutos abanicos, que hubiesen entrado en una epilepsia continua y armoniosa. En ocasiones: subían desde el oeste fuertes vientos, que deshojaban las más pálidas y viejas; yendo a parar en su mayoría entre los juncos del humedal que la fuente formaba con su continuo fluir.
Algunos lugareños -de pocos sentimientos, cuando el calor más apretaba- tenían la mala costumbre de ir a cazar pajaritos con una red, que extendía paralela al caudal, que cruzaba el camino y hasta habían formado una pequeña choza, desde donde permanecían escondidos -al acecho- para tirar de un cabo y darle la vuelta a la red, cada vez que acudía algún pajarillo a mitigar su sed.
Muchos de aquellos insensibles cazadores, hasta ponían un reclamo (algún jilguero, chamaron, verderón, etc.), para que acudiesen los pájaros más rápidamente, pues consistía en mantener amarrado a un palillo a un pajarillo, al que había saltado los ojos previamente y al tirar levemente de la cuerda, el animalito daba continuos saltos en infinitos intentos de volar, sin poderse escapar de su atadura, con lo que se creaba el ambiente propicio para que otros en libertad acudiesen prestos al manantial.
Al mediodía llegó Pedrito con gran ánimo de coger muchos pajaritos, como casi siempre hacía en el mes de agosto, ya lo tenía todo dispuesto, con esmero y sabiduría -tal como le había enseñado su tío Miguel, desde su más tierna edad y ensambló sus artes traidoras; no llevaba, ni media hora tapado bajo el chozajo en total quietud y silencio, cuando por obra del destino vio acercarse al manantial una pequeña culebra, que no llegaba a medir un metro; pero observó a través del agujerito, que desde su posición en la choza, le dejaba vislumbrar todo lo que se movía alrededor de la red, que el reptil, aunque inicialmente pudiera intentar acercarse a la frescura del manantial, tan pronto detectó al pajarillo, que le servía de reclamo, su inclinación natural le llevó a cazar al cautivo jilguero; fue entonces cuando Pedrito salió de cubil -donde permaneció largo rato agazapado como un conejo- y hecho un mar de coraje de varias zancadas llegó a la altura de la víbora y sin armarse de ninguna precaución la cogió sin reparos de la cola, tratando de matarla contra una roca cercana a la fuente de María Gachas, pero cuando hizo el primer intento de sacudirla sobre la piedra, la culebra fue más hábil y le mordió en la parte cóncava del antebrazo -en la parte opuesta al codo de la mano derecha- con tan mala fortuna que los dientes de la venenosa víbora se le clavaron en la arterial radial.
Finalmente Pedrito llegó a matar a la serpiente contra la piedra y hasta llegó a machacarle la cabeza con un risco del que se armó, cuando la había estrangulado.
Lleno de coraje se volvió a esconder dentro de la choza y al rato, poco a poco fue notando una somnolencia desacostumbrada para él, que finalmente terminó con su vida, pues nadie coincidió a pasar por aquél lugar en varias horas, debido -muy posiblemente- a la flama de calor que estuvo cayendo durante todo el día y por ser un domingo, nadie se acercó por allí.
Hasta llegada la noche, los padres de Pedrito, no le echaron de menos, pues fue el padre, que al ir a cerrar la puerta de la casa, pudo apreciar que su hijo, no estaba dentro.
Casi enfadado, el padre le preguntó a la madre ¿sabes tu, donde está tu hijo Pedro?; pero ninguno de los dos sabía nada de donde podía esta su hijo.
La madre quiso salir de inmediato a buscarlo, pero el padre la contuvo en su afán, advirtiéndole, que seguramente se habría ido a la casa de su hermano Miguel, pues no era la primera vez, que el niño se había quedado en casa de tu tío, sin advertir a sus padres de ello.
Así llegaron al día siguiente -lógicamente sin pegar ojo- pero tristemente llegaron a enterarse de lo sucedido a Pedrito, cuando la voz se fue corriendo de boca en boca, hasta que alguien más osado, les dijo, que su hijo Pedro, lo habían encontrado muerto en la choza de la Fuente María Gachas.
Efectivamente no fue hasta llegada la mañana del día siguiente, cuando algunos agricultores, que iban camino de sus tajos y se acercaron a llenar su botijos de la fresca agua de la Fuente de María Gachas, cuando pudieron observar lo acontecido y encontraron a Pedrito, como dormido, dentro de la choza.
Fue sorprendente el haber encontrado al incipiente, aunque dañino cazador; pero mucho más caló el desconcierto en el ánimo de todo el mundo, el hecho que aconteció seguidamente, cual fue: que al ir los rústicos labradores a llenar agua fresca en sus botijos, no pudieron hacerlo, pues la Fuente María Gachas se había secado de repente y nunca más volvió a darles agua.
Personalmente creo, que la Naturaleza nos da riquezas y bienestar a todos por igual y que debemos compartir como hermanos, so pena de vernos privados de sus muchos dones, por nuestras malas acciones.
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Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
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