LA ROSA… Hay una finca en mi pueblo, que le llaman de la Rosa; pues entre olivos y almendros –no llegarán al centenar- pero sé que es un hervidero de una profunda bondad. En ella formó un vecino del pueblo: algo de ganadería –de buena casta y bravía-; aunque no tiene buen pastizal; pero el propio, se decía: que valía un capital, porque lo mejor se cría: con poca paja o pobreza y mucha más sabiduría. Tiene una forma sencilla, parece –la loma tal-, como si un toro estuviese, abierto de patas, tumbado sobre su ombligo y con los lomos extendidos, tomando el sol primaveral. Sus cuernos un poco bizco del izquierdo y el derecho mirando hacia El Romeral. Parecen dos piedras blancas; ninguno de ellos torcidos y, muy al natural: parecía un arco vencido abarcando a Colmenar entre las astas de aquel bicho. Se ha tumbado el muy cretino, pues quiere poner sus huevos un poco a refrescar más allá del Chorro Pino, donde ha preñado a su vaca, que es hija de Mayoral, sí, aquél que indultaron en la plaza –la Plaza Monumental-; ella está pariendo a su becerro más allá del Cortijo del Juncal. A él le importa un pimiento, que para uno o más, lo importante, que le parece, es: que sea muy leal; muy bravo; pero también noble –de nobleza natural-, que se parezca a los pobres, para poder trabajar, como lo hacen sus padres. Hubo una fiesta en el pueblo, hace algunos años ya –cuando su padre era aún mozuelo y él era un zagal- y, a los dos pusieron a correr un encierro, que no se había hecho jamás y, tuvieron mucho, pero que mucho éxito, pues no hubo ni una corná; si hubo gentes por los suelos; pero de sangre, ni hablar. Su padre le dio un buen consejo: “haz hervir al colmenareño, que brinque y salte sin parar, como no lo hizo jamás; que se quite el equipaje y que, se te ponga delante, corriendo como un chaval; pero que nunca se te ocurra: cogerlo, si vas detrás, ni meterle encornadura en sus cuerpos de admirar, pues son unas criaturas a las que hay que admirar, por sus buenas composturas y también por sus hechuras, que nunca se quedan atrás. Eso fue nobleza entonces; tan grande y de admirar, por derecho los pusieron, desde entonces y de por vida: a pastar, para que no pisaran más calles y sobre todo: más ruedos, aunque fuesen de otros pueblos, de la cercana vecindad, ya que, correrían el riesgo, de que los pudiesen matar; o tal vez, por su gran valía los llevaran a la plaza de la más cercana capital, para morir en su ruedo; pero el alcalde de entonces –que era un listo, sin remate-: los llevó a su lagarillo, que acababa de comprar y al mozo, que era su padre: lo unció con la vaca más bonita y a ambos los puso a arar en esa Rosa tan chiquitita. Si alguno –de por allí- se siente en algo mal; yo le quiero pedir, que me perdonen, sin más, pues no puedo corregir lo que de mi mente sale y sale, como de un fusil, que nunca quiere encañonar a las gentes, -mucho menos al ser de allí-. Después de mucho pensar el dueño cercó la finca, pues empezaron a llegar algún que otro maletilla y algunos aficionados –no más que tentaron, por ver si el burraco aquél: era bravo de verdad o solo tenía buena pinta… Yo soy como el vendaval y, no quiero ofender a nadie. Eso pasó en Colmenar, que en la Alta Axarquía Malacitana está, cumplimentando a todos los visitantes, que se acercan a yantar bien, por las Ventas de esos Montes y que son siempre muy bien venidos.
Comentario
interesante relato
RED DE INTELECTUALES, DEDICADOS A LA LITERATURA Y EL ARTE. DESDE VENEZUELA, FUENTE DE INTELECTUALES, ARTISTAS Y POETAS, PARA EL MUNDO
Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
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CUADRO DE HONOR
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