Capítulo V
Recetas asquerosas pero deliciosas
Esa noche soñé con algo muy conocido, prácticamente toda la vida había soñado con eso, era un arco plateado con flechas rojas… Ese era el sueño, aparecía ese arco en medio de la nada; aun no entendía por qué pues yo nunca estuve ligada al deporte de la arquería, aunque siempre me llamo la atención, pero por cuestiones de dinero nunca lo practique.
Esta vez el sueño era distinto, después de ver aquel arco con las flechas, aparecía yo lanzando una de ellas, la que al salir disparada se le extendía alrededor un aura de luz. Observe su dirección y casi por arte de magia esa flecha iba directo a mi corazón, pero justo antes de atravesarme el pecho, me desperté sudando.
Todavía podía sentir el filo de la flecha amenazar con atravesarme, respire más tranquila al darme cuenta que está en mi cálida cama y lejos de cualquier peligro. Observe por la ventana y me di cuenta que el sol aun ni se asomaba, mire el reloj - 5:30am –
Después de recordar que todos los sucesos de la noche anterior no fueron una alucinación, cosa que comprobé por la herida en mi dedo y los raspones y magulladuras en las piernas, me levante de la cama no sin antes sentir como mí cuerpo estaba completamente adolorido, supuse por el exceso de esfuerzo realizado por cuestiones de las endorfinas que crearon toda la adrenalina.
Con pequeños esfuerzos me fui a bañar, no sin antes asegurarme que cierto chico de pelo blanco no estuviera por allí. Al salir del baño, me vestí muy rápido, y al estar lista me asome por la ventana.
- Samuel – Casi en susurro, estaba segura que me escucharía, los hombres con metamorphosis siempre tienen súper sentidos ¿no? Espere como 30 segundos, en los que no tuve respuesta.
- Samuel – Dije un poco más alto, quizás lo estaba sobreestimando, aun sin respuesta.
- Bueno por lo menos esta vez no es mi culpa ¿no? – sonreí y salí rápido de la habitación, no quería tentar a mi “niñero” de seguirme todo el día.
Seguí mi camino rutinario al hospital, con la diferencia de que esta vez iba lento y despacio, disfrutando del camino y sin mucha prisa, a decir verdad el peligro por perder mi vida me hizo querer disfrutarla de nuevo, cada pequeño detalle como una caminata rutinaria. Al llegar me encontré con Sara, quien me saludo como todos los días muy alegre; pensé en contarle lo que sucedió la noche anterior pero no quería preocuparla, quizás le contaría pero solo cuando tuviera la historia completa. Además estaba segura que si le contaba ahorita ella misma me internaría en un manicomio, después de todos estos años de amistad y ella me conocía muy bien, pero no quería decir que no me creyera como una demente.
Como siempre metida en mi propio mundo no me daba cuenta de mí alrededor, justo ahora Sara me miraba entre extraña y preocupada.
- ¿Dani, que tienes? ¡Te vez terrible! Pareces como si tuvieras una enfermedad terminal…
- ¡Ja! - Solo si supieras, que prácticamente de eso se trata – Gracias por el cumplido amiga. – Podía apreciar los pequeños detalles pero creo que no pensé en los grandes, que necia ¿Verdad?.
- Ya está bien, ¡Yo que me preocupo por ti y mira como me pagas! – dijo haciendo una de sus graciosas caras de drama - pero cuéntame ¿Qué te pasa?
- Nada Sara, ¡Estoy bien en serio! – Dije mirándola a los ojos y rogando porque creyera en mi sonrisa falsa – Es solo que anoche me sentí un poco mal y no dormí tanto como esperaba, eso es todo.
- Ah pues a la próxima llámame, así te acompaño, por las noches no encuentro mucho que hacer, ya hasta parezco vampiro, jeje.
Ante la palabra “Vampiro” mi piel en seguida se erizo…
- Jejeje si, vampiro, claro – estaba distraída – pero no te preocupes que yo me las arreglo.
- Si si claro, como siempre ve a morir sola y no tengas compasión de tu amiga que tanto se preocupa por ti… - haciendo de nuevo una sus caras de drama que te hacen reír.
- Jajajaja – Esta chica sí que sabía cómo mejorarme el humor, me acerque y como respuesta le di un efusivo abraso.
Sara me había hecho muchísima falta anoche, necesitaba contarlo, pero me contendría.
- ¿Entonces me dirás que tienes? – había olvidado su presencia frente a mí.
- Ehm, bueno no tengo nada en realidad, es solo que tuve una serie de pesadillas – o realidades – que no me dejaron dormir bien – Sabia que no me creería pero no podía decirle la verdad, por lo menos no por ahora.
- ¿Segura? – Con una mirada suspicaz, asentí y ella respingo – Está bien, pero entiende que voy a estar allí cuando me quieras contar la verdad ¿ok?
- Si señora – y como respuesta otro abrazo efusivo de mi parte; a veces no podía entender como ella podía soportarme tanto – Yo también estaré allí cuando me necesites.
Después de tanto empalago, nos pusimos a atender a los pacientes, yo rogando porque Samuel no apareciera en el hospital y que Sara pudiera sospechar; a decir me verdad me sentía como una adolescente escondiendo a su novio…
- Que patética – pensé
Así paso el día y como si los dioses hubieran escuchado mi plegaria mágicamente Samuel no apareció en todo el día, solo esperaba tener la suficiente suerte para que de camino a casa eso siguiera así.
Esa tarde no tenía ganas de ir a la facultad, así que luego del trabajo y como toda mujer independiente y autosuficiente, me fui directo a casa, rogando nuevamente para que nada raro sucediera; no sin antes recordarme de pasar por uno de esos lugares donde hacen vidrios, di las medidas correctas y cancele por adelantado el trabajo; mañana pasaría por el resultado.
Finalmente al llegar a casa, me prepare la cena y me di cuenta que mi madre, extrañamente, estaba en su habitación; así que lleve un segundo plato con bebidas en una bandeja y subí.
- Hola mama – dije entrando con una sonrisa
- Daniela querida, ¿Qué haces tan temprano en casa?
- Quería descansar – dije simplemente
- Ahh – la vi toser – yo estoy un poco enferma, creo que pediré permiso en el trabajo.
- A ver ¿Que tienes? – deje la bandeja en la mesita de noche al lado de su cama y le empecé a comprobar la temperatura – Por lo menos tener a una hija que conozca del tema tiene sus ventajas ¿no?
No tenía fiebre, después pase a revisar el pulso, hasta ahora todo en orden, pero fui hasta mi habitación por un estetoscopio para asegurarme de su respiración, la que encontré entrecortada por cierto sonido en sus pulmones; así concluí que era un cuadro de tos sin secreción e irritación en la garganta.
- Te preparare unas gárgaras para que te alivie la garganta, y una sopa para el malestar.
- ¿Quién lo diría? Mi hija cuidando de mí, debería ser al revés ¿Sabes?
- Jeje, si mi querida paciente, concluyo mi diagnostico con que necesita mucho descanso y una de esas noches “Madre-hija” después de eso, podre darle de alta – le guiñe el ojo, nosotras éramos especialistas en hacer esas noches.
- Es la mejor idea que he escuchado en mucho tiempo – dijo sonriendo.
La relación que tenía con mi madre era una de las mejores, todavía no entendía a esas adolescentes que hacían todo a escondidas de sus madres; después de todo ellas son como mejores amigas para nosotras las hijas ¿no? Por lo menos así la veía yo.
Siempre que pasábamos tiempo juntos, hacíamos cualquier tipo de cosa, desde ver películas de miedo y pintarnos las uñas, hasta peleas de almohadas, esas que siempre sueles hacer con tus amigas yo las encontraba hacer con mi madre, la amaba por sobre todas las cosas, ella y Sara siempre habían sido mi mundo.
Esa noche en específico nos decidimos por hacer algo que no afectara su salud, Cocinar recetas nuevas y extrañas, que por más asquerosas que se vieran fueran deliciosas.
Era cuestión de turnos, era el de ella y como resultado fueron unas albóndigas de color verde.
- ¡Huele horrible! – casi grite
- Confía en mi hija, estará delicioso. – dijo guiñándome el ojo.
¡Y no mentía! Definitivamente estaba exquisito… Al pasar a mi turno, me decidí por preparar un postre que había visto en la televisión, que según ésta su nombre era “Yogurt Salado”; así empecé con los ingredientes:
ü 1 taza de yogurt natural
ü 1 cucharadita de comino molido
ü 1/2 taza de nata líquida
ü 1 diente de ajo majado
ü una pizca de guindilla en polvo
ü 1 cucharadita de jengibre fresco rallado
Empecé por poner el yogur natural en un cuenco de cristal y batirlo a mano para dejarlo bastante fino. Después pase a agregar la nata gradualmente, batiéndola manualmente, añadí el ajo, la guindilla en polvo, el comino, el jengibre y revolví todo.
Ya estaba listo, lo metí en el refrigerador a una temperatura muy baja para después pasar a servirlo muy frío.
El sabor era extraño, pero no era desagradable… El sabor normal de yogurt era acido pero siempre con un toque dulce, pero este era amargo y salado, pero estaba delicioso.
Así pasaron las horas, entre comidas como “Gelatina de pie de vaca” y “Caolín” ¿Qué eran esos nombres?, y el reloj marco las 12:00am… Después de tanta comida no podríamos probar bocado sin vomitar en días, o por lo menos eso sentía yo.
– Debo recordar no comer todo lo que me pongan en frente o me dará una indigestión – pensé y suspire.
Para entonces ya estábamos de camino a nuestras respectivas habitaciones, mi madre ya estaba mejor de la tos, el caldo que no había pasado por alto preparar, le había sentado de maravilla.
- Buenas noches hija, descansa. Y por favor reposa esa comida antes de dormir, no quiero que tengas pesadillas como la noche anterior, creí escuchar ciertos gritos.
- Ejemm – tosí con el corazón a millón al recordar la experiencia pasada – claro mama, no te preocupes.
- Hasta mañana entonces querida doctora – dijo sonriéndome.
- Hasta mañana paciente Camille – la escuche respingar, odiaba que la llamaran por su segundo nombre.
Allí estaba una mujer de unos 37 años de edad entrando en su habitación, cabello negro y largo, ojos cafés y ojerosos, cada vez se veía más cansada, pero no por eso su sonrisa se apagaba; era tan dulce y comprensiva conmigo. Siempre me pregunte cómo una mujer como ella se había fijado en un bueno para nada como lo fue mi padre…
Cambiando de pensamiento, empecé a preguntarme por qué Samuel no había aparecido en todo el día, ¿Le habría pasado algo? Quizás estaba en el hospital con otras de sus fuertes heridas, no lo sabía e inconscientemente me preocupe. Y al verme pillada con esto, me regañe internamente…
Después de este pensamiento entre con los ojos entre cerrados a mi habitación, estaba agotada de tanto cocinar… Así sin pensar más, me empecé a quitar la blusa y toda la ropa que tenía, hasta que un sonido me distrajo…
¿Se volvería esto costumbre?
…
Comentario
RED DE INTELECTUALES, DEDICADOS A LA LITERATURA Y EL ARTE. DESDE VENEZUELA, FUENTE DE INTELECTUALES, ARTISTAS Y POETAS, PARA EL MUNDO
Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
http://organizacionmundialdeescritores.ning.com/
CUADRO DE HONOR
########
© 2024 Creada por MilagrosHdzChiliberti-PresidSVAI. Con tecnología de
Insignias | Informar un problema | Política de privacidad | Términos de servicio
¡Tienes que ser miembro de SOCIEDAD VENEZOLANA DE ARTE INTERNACIONAL para agregar comentarios!
Únete a SOCIEDAD VENEZOLANA DE ARTE INTERNACIONAL