Hay un lugar donde me encanta pasear de vez en cuando, y con mayor razón en estos tiempos en los cuales la mayoría, cansados de descansar, tenemos que sacar algún tiempito para procurarnos un poco de cansancio. Sentisemo es una cueva maravillosa, iluminada por luces de todos los colores que impregnan el ambiente de exquisitas siluetas. Escapando de mí llego a Sentisemo para encontrarme conmigo. Aquí puedo contemplar la inocencia de la creación. En Sentisemo, mi soledad me permite apreciar la multitud que llevo conmigo porque encuentro el mundo real, ese mundo invisible en la visibilidad.
Mientras camino por Sentisemo observo a un hombre de mediana edad en medio de una jauría de ocho lobos. Me llama la atención la forma tan disciplinada como se encuentran distribuidos los animalitos a cada lado de su amo. Intento seguirlo con la esperanza de entender el motivo o la razón por la cual los ocho lobos fungen como guardaespaldas de este elegante caballero… sin embargo, la jauría agresiva se opone furiosa, amenazante… esto me obliga a desistir de esta idea y me detengo en una esquina sin saber hacia dónde reanudar mi paseo.
Hoy Sentisemo está más subyugador que de costumbre; hoy más que siempre los espejos refulgen cual cielo henchido de estrellas… me detengo un largo rato a observarme en las distintas imágenes que destellan los cristales. Al cabo de un rato, atrapa mi visión una dama que anda paseando con su perrito por un parque. Me recordó al hombre que paseaba escoltado por una traílla de ocho lobos. Entonces me le arrimo con la intención de indagarla al respecto.
Luego del saludo normal, le pregunté a esta dama por el señor de los ocho perros guardaespaldas y ella me dio algunos detalles que lograron inquietarme un poco.
¿Don Rasgulio, dice usted? –inquirió la señora en tono displicente- pues mire, ese viejo ha sufrido muchas decepciones por parte de varios de sus seres queridos más cercanos; historias de robos, traiciones y todo tipo de burlas y ofensas, y por eso desde hace algún tiempo ha decidido rodearse de estos animalitos y convivir únicamente con ellos; con ninguna persona habla ni comparte. El viejo se basa en aquella filosofía popular que dice que: “entre más conozco la ser humano, más amo a mi perro”. Y yo estoy de acuerdo con esta teoría, sabe? Yo estoy segura que el ser humano es el ser más vil de la naturaleza. En cambio, los animalitos solo saben amar. Esos ocho perritos a nadie le permiten acercarse a don Rasgulio, ni cerquita a la villa donde viven; ellos son los guardianes.
Al despedirme de mi informante mis pasos me llevaron sin mi consentimiento o quizás guiados por los gritos de un hombre pidiendo auxilio, a una lujosa residencia… a medida que me acercaba se hacía más evidente la angustia de alguien clamando auxilio. Al llegar al hermoso y fastuoso enverjado, cuatro lobos saltan a defender su territorio con ferocidad… en esos momentos se escuchan unos frágiles lamentos pidiendo agua… luego de unos instantes… Don Rasgulio murió sin recibir socorro, pero custodiado por sus nobles guardaespaldas…
Comentario
Mi querido amigo Beto, de acuerdo. Más allá de las personas, que vienen y van, el Ser Humano es irreemplazable.
Gracias por tu pasadita por aquí y Dios te pague por el comentario.
Un abrazote enorme.
Gracias por tanta generosidad conmigo Elias, gracias por destacar mi escrito.
Saludos Poeta.
Gracias Bethzaida por tu presencia y comentario.
Un abrazo.
Un final que encierra un principio...
Gusté leerte, amigaza
Abrazotes van...
Excelente relato Magnolia, pero con un aterrador e inesperado final. Sorpresas te da la vida...
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Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
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