LOS TAPADOS: REALIDAD Y FANTASIA

[RENE AGUILERA FIERRO]

                                             LOS TAPADOS

Por  RENE AGUILERA FIERRO (*)

La costumbre de enterrar valores joyas, monedas y, hasta documentos, es una costumbre antiquísima, lo hicieron los cristianos, los moros, los romanos y, sin duda, los piratas en las playas e islas. Por ello, al producirse el descubrimiento de América, sus conquistadores, sean ingleses, españoles o portugueses llegaron con la costumbre de enterrar su fortuna o valores a fin de precautelar lo acaudalado. Hecho que se repitió con otras culturas que arribaban a estas tierras y que lograron amasar caudales. Puesto que los bancos y otras financieras no eran accesibles o confiables, pero aún así, la costumbre prevaleció.

Se pueden considerar tres tipos de tapados o “tapaos” como se dice en Bolivia, ellos serían: Los originarios; montinos y citadinos. Los tapados originarios, son aquellos que fueron ocultados o preservados por los indígenas autóctonos, esencialmente de la cultura andina, tesoros que aún se siguen encontrando en cuevas, fosas funerarias, acuáticos o enterrados en cántaros y sacos de cuero, estos valores deberían ser considerados como tesoros arqueológicos, puesto que se encuentran aún estos “tapados” en el camino del Inca. Se dice que las llamas morían por el esfuerzo y con ellas se enterraba el tesoro a orillas del camino. Sobre todo, estos ocultamientos se incrementaron luego de la captura de Atahualpa en Cajamarca.

Los tapados montinos o campestres, son aquellos que surgieron como consecuencia de diversas  contrariedades, puesto que los viajeros que transportaban ricos botines procedentes de diferentes fuentes, como el comercio, diezmos a la corona, robo a las arcas de recaudación y/o acuñación, etc. Estos viajeros, para llegar al Río de la Plata u otra ciudad del sur, debían atravesar rutas inhóspitas, insalubres y peligrosas. En el trayecto, enfermaban; eran heridos por los indígenas, quedaban sin animales o, sencillamente los guías se amotinaban o desertaban, sea cualquiera de estas razones u otras, lo cierto es que los propietarios o encargados del transporte de estos tesoros, viéndose en dificultades, optaban por deshacerse de estos debido al peso que les imposibilitaba el avance rápido. Ante estas eventualidades, buscaban peñascos, cuevas, montículos o árboles robustos, marcaban el sitio y continuaban su camino con la esperanza de retornar a la brevedad, es muy posible que muchos hayan vuelto por sus pertenencias con o sin la fortuna de haberlo encontrado. Al parecer, cuando se trataba de esconder al pie de árboles, se buscaba el más robusto, larga vida y se cavaba entre sus raíces; hay experiencias de haberse encontrado tesoros bajo el propio tronco de añosos árboles.

Los tapados citadinos, son aquellos que fueron escondidos por gente pudiente, quienes acumularon y amasaron fortuna a lo largo de su vida, sin importar la fuente que fuera, estos avaros o ricos, buscaron seguridad a sus bienes en escondites jamás revelados. Muchos de estos tesoros quedaron en su sitio debido a que sus propietarios no tuvieron descendientes o jamás condesaron a sus parientes más próximos el secreto; el tiempo los alcanzó, se hicieron ancianos o murieron prematuramente sin haber tomado las previsiones de rigor.

Estos tapados, se los puede encontrar enterrados en el suelo u ocultos en paredes. Los tapados en el suelo, son enterrados en el centro del dormitorio o bajo la cama, asimismo, en una de sus esquinas. Mientras que los ocultos en paredes, a propósito se construyeron pequeñas bóvedas o urnas, en las que se colocaron pequeñas cajas de madera, cuero o cántaros de arcilla cocida conteniendo los valores, bien acondicionado, se tapiaba de tal manera que era imposible saber de su existencia, su descubrimiento se produce por un hecho fortuito o por remoción de paredes, pero generalmente es pura casualidad.

La existencia de los tapados, es una realidad y contienen valores en joyas, oro, plata, alhajas y monedas, riqueza o no, seguirán apareciendo a los ojos de afortunados descubridores.

Los tapados enterrados en el suelo, sea montino o citadino, suelen “arder”, la llama es resplandeciente en la noche, puede ser vista desde grandes distancias. Cuando es cercana, se puede apreciar su intensidad, pero no es sino una aurora de gases en combustión, puesto que su luminosidad no es candente ni produce incendios, incluso, hay quienes pusieron su cuchillo en medio de la llama a fin de marcar el sitio. Los que tuvieron estos avistamientos aseveran que los tapados “arden” en el mes de junio o agosto, sobre todo en el oriente, en zonas tropicales.

La explicación, es un proceso químico, luego de las lluvias, el tapado sufre humedecimiento, los metales que tienen aleación con antimonio, hierro y fósforo, reaccionan con el agua, los gases son expulsados en la época seca hacia el exterior y al entrar en contacto con oxigeno se produce la combustión, fenómeno que se produce por segundos, pero a los ojos de los ocasionales espectadores, es una eternidad.

Hay innumerables testimonios de testigos que vieron “arder”, asimismo, de sitios donde se excavaron en busca de estos tesoros. En Yacuiba, en el barrio petrolero, vi pozos diseminados en un área de unos 100 metros cuadrados, en el centro se encontraba un centenario y hermoso lapacho colorado; tiempo después, con el crecimiento del pueblo, se derribó el árbol con fines urbanísticos y, bajo sus raíces, se encontró un cuantioso tesoro. En la ciudad de Tarija, en los años de 1950 y 1960, hay quien encontró hasta tres tapados, fortuna que lo convirtió en uno de los ricos de la ciudad. Sus descendientes disfrutan de aquellos “tapados” que encontraron sus padres.

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(*) René Aguilera Fierro, Presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Tarija, autor de diecinueve libros literarias, promotor y conductor radial  de Programas culturales, catedrático universitario, Ingeniero Forestal, Consultor Ambiental y Periodista profesional;  colabora con varios periódicos y revistas del país y el exterior.

[Ruby Eugenia Ojeda Mejías]

Muy interesante escrito. En Venezuea puede conocer de los "tapapos citadinos", pero en la actualidad ya ni se mencionan. En su tiempo, a su alrededor se tejieron grandes leyenda. Disfruté de una agradable lectura. Un abrazo

[Cástor Agustín Olivier Olivier]

EXCELENTE DOCUMENTAL.

ILUSTRE AMIGO RENÉ AGUILERA.