MISTERIOS ETERNOS

[Alondra Gutiérrez]

MISTERIOS ETERNOS
Lo que viví, no lo puedo decir.
¡Cómo entrar en el cielo, con tu ser en llamas!
Tu eres todo y todo se vuelve nada en mi mente.
Vivir entre el dolor y el placer de una caricia.
Vivir dos momentos, en dos hechizos distintos.
Del otro lado del beso, los celos y la angustia a la que llamas amor.
El reto de la pertenencia, con titulo eterno y sin miserias humanas.
Así me sentí cuando tus ojos azules me miraron.
Cuando tus manos de hielo me tocaron.
Cuando tus labios de rocío, me poseyeron
y se amorataron mis ojos y mi piel, ya casi sin aire.
Fue cuando mi corazón dejó de latir y cayó desmayado en tus blancas manos.
Fue cuando tu ser se arrodilló, arrepentido de querer matarme y pedias perdón a gritos, o al menos eso me pareció que murmuraban tus labios, porque ya no podía escuchar tus palabras.
Lloré, por amor, lo confieso, como negarlo, si tu ya lo sabías.
Pero mi llanto se quedó atrapado, en el misterio de tus silencios.
Tu me lo has quitado todo.
Me has arrinconado en un jardín del cielo rojo, flotando sobre nubes de plata, que nublan mis retinas y me hacen ver fantasmas de sombras en el laberinto de un viaje eterno.
Aun así guardo una esperanza, que florece como una flor de loto en el desierto.
No puedo razonar contigo de ninguna manera, es imposible.
No puedo, ni quiero aceptar tus condiciones, rompen mis razonamientos.
Soy inocente.
Solo la voz de Dios, derritió mi corazón, que temblaba de frio y me envolvió con su manto. Con olor a flores silvestres y perfumes de Sarón.
Solo el me dijo cuánto me amaba, sin pedirme nada, sin robarme nada, sin exigirme, sin juzgarme.
Solo el me susurró la palabra (Shalóm) y quedé llena de amor por Él.
Sus palabras penetraron en mi mente inconsciente.
No sé si fue una visión, no lo tengo claro, pero Dios te miraba, con recelo, molesto con tu actitud, egoísta y posesiva.
Fue la razón por la que te dijo basta.
Siempre has vivido bajo mi techo y mi amparo.
A pesar que entristecías mi alma, creo que fui permisible de muchas maneras,
porque había perdido el miedo, pero aun así te respetaba.
Pero esta distancia impuesta, me parte el corazón y reprime mis emociones.
Extiendo mis manos para abrazar y no hay nadie..
Cierro mis ojos para atraer el placer y solo siento el vacio.
Mi cama se vuelve hielo.
Y te miro arrogante, invencible.
Estoy tratando de volver a tener miedo, para no retarte.
¡Qué terrible eres Arcano de la muerte!
¡Cómo pude olvidarme de quién eres!
¡Cómo pude pensar que yo sería inmune a tu espada, a tu lanza y a tus flechas!...
Solo porque me hiciste sentir especial, con todo el amor que me mostrabas, mientras yo me confiaba, lentamente me matabas.
Ahora estoy aquí, suspendida en el espacio.
Me pregunto:
Si algún humano extrañará mi partida.
Si habrán notado que la Alondra ya no canta.
Que ha replegado sus alas y ha perdido el color de sus mejillas.
Que sus manos finas sostienen una rosa de cristal con orillas de oro.
Si algún amor llorará por mi.
Te has puesto de pie frente a mi…
No digas nada…
Ya sé que es el momento de atravesar el umbral eterno.
Trato de sentir miedo pero no sé si lo siento.
Es extraño no te odio, pero tampoco te amo.
Casi nada es hermoso al final de la vida.
Casi nada termina bien en el momento del desprendimiento…
Se deshace mi puño al plasmar estas letras, que parecen un apocalipsis del lama.
Sin embargo en Dios encuentro mi Génisis.
Alondra, cantautora y poetisa costarricense.

[Beatríz Vielman Sánchez]

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