Murió el duende bailarín
Tuve un año malo, muy malo, tan malo que he dejado pasar 16 años para rememorarlo. Todo se juntó como un remolino de profundas tristezas. Hubo que amputarle la segunda pierna a mi madre. Yo hubiera preferido me la amputaran a mí. Ella no quiso vivir más, y se fue al cielo. Y así me dijo:
Hija, me voy al encuentro con mi Dios, esto será muy fuerte para ti, pero yo sé que es mejor así
Para colmo de mis males y tristezas mi marido me puso un ultimátum.
O te vienes a USA a vivir conmigo, o nos divorciamos.
Y yo que me deshidrato si salgo de Puerto Rico, decidí por el divorcio y seguir amando mi Islita, trabajando para mi gente, cultivando mis flores y alimentando a mis perros en mi jardín amado. Mi patria pudo más.
Me quería morir, les juro que me quería morir de tanto dolor. Llegué a pensar en el suicidio. Pero dos hadas me rescataron de la tristeza y la soledad en que me dejaron mi madre y mi marido. Dos hadas mágicas, hermosas, fluorescentes, bailadoras, chistosas, alegres, amorosas, amigas de verdad: Nila y Blanca.
Nila y Blanca fueron mágicas, imaginativas, laboriosas, sacrificadas, delicadas, sutiles, amigas de verdad, repito: amigas de verdad.
Se combinaron entre sí para no dejarme sola ni un momento, para sacarme a pasear. Nos íbamos a la playa, nos íbamos a recorrer caminos rumbo a mis montañas cubiertas de flores, a mis lagos, a mis jardines florecidos de cundeamores, pero sobre todo a bailar a clubes de adultos. El baile es una de mis más grandes pasiones.
Y del bailar surgió la alegría de vivir nuevamente. Que digo, allí resucité entre merengues, mambos, rumbas, tangos, boleros, cumbias, zambas y chachachá.
Pero no fue fácil conseguirme un parejo para el baile. Resulta que soy muy alta, digamos que un poco más alta que el 90 % de los caballeros bailarines. Y los caballeros bailarines muy pocas veces les gusta bailar con mujeres más altas que ellos. Pues a fastidiarme se ha dicho.
Una noche en la que ya me había resignado a no encontrar parejo para bailar aquellos increíbles merengues del Grupo Manía , surgió un duende al otro lado del bar. A aquel duende parecía no importarle mi estatura, y con un gesto de su mano me indicaba su interés en bailar conmigo. Yo ponderé su oferta. El duende era feo de verdad, y con un atrevimiento de mi parte, le indiqué con señas que no bailaba con feos.
Con una mueca muy clara le dejé saber: Yo NO bailo con feos.
Estoy segura que aquel duende tenía la más grande autoestima jamás conocida. No se inmutó y para la próxima rumba, volvió a insistir, y yo, que casi me levanto a bailarla sola, acepté bailar con el feo en aquella rumba loca. Giramos y giramos, bailamos y bailamos toda la noche. Aquello fue de película. Al llegar el lunes a mi oficina, mi secretaria me indicó que recibí el más grande ramo de rosas con una toda que solo decía: Con mi mayor respeto, el Feo.
La pasamos tan divino aquella noche que de ese viernes en adelante todo los viernes nos encontrábamos siempre para seguir el mambo. Mis hadas le agradecían el cambio en mi alma. Ya no lloraba por cualquier cosa, ya no volví a pensar en el suicidio. La rumba resultó la mejor medicina. Y estuvimos varios meses en un trance musical del más intenso que puedan imaginarse.
Pero tanta magia llegó a su fin un viernes cualquiera. Llegamos al salón de bailes, nos acomodamos en nuestra esquina favorita, las hadas y yo ataviadas como para la salsa de nuestros sueños. El duende no llegaba, no llegaba, y una ansiedad invadió mi espíritu.
Un par de horas más tarde se me acercó un caballero indicándome con un rostro de espanto que el duende había fallecido de un paro cardiaco masivo la noche antes. Me indicó la funeraria donde le rendían un servicio fúnebre.
Quedé tiesa, rígida, inmóvil, asustada, con un gesto de total confusión. Las hadas interpretaron mi tristeza y se dispusieron a acompañarme a la funeraria. Las tres damas vestidas con galas de cabarets llegamos raudas al lugar del luto para encontrarnos con una escena aterradora. Frente a la entrada de la funeraria parecía haber una revolución. Dos bandos se insultaban y se halaban por los pelos, gritaban improperios unos a otros cada vez más horrendos.
Al vernos llegar en un auto de respeto, y cuando presenciaron a esas tres damas engalanadas hubo un silencio sepulcral. Intuían que algo especial pasaba, que las damas no pertenecían a ninguno de los dos bandos. Un grupo se movió a la derecha de la entrada y el otro grupo a la izquierda, y nosotras, determinadas a dar nuestros respetos al cadáver del feo, marchamos rígidas y seguras entre el gentío hasta estar frente al ataúd que contenía al duende muerto.
Lo miré largamente, no sabía si llorar o reír nerviosamente. Nila y Blanca me aguantaban por cada brazo. Quizás tratando de evitar que me doblara a besar sus grandes manos cruzadas sobre el pecho con un rosario enredado entre sus pulgares y sus índices. Ahí me quedé un rato y una película de rumba, tangos, bombas y merengues desfiló por mi mente. Sentí el vértigo del as vueltas del tango, los pasos de chachachá y un réquiem de Glorias y agradecimiento brotó de mi alma.
Las dos mujeres que se disputaban el cadáver y la herencia del duende respetaron las dos grandes lágrimas negras que resbalaron por mis mejillas manchando mi pecho con el rímel de mi maquillaje.
Nos despedimos del duende envuelto en un manto de melancolía, y atrás dejamos nuevamente la guerra de las dos familias de mi duende bígamo y bailarín.
¡Que en paz descanse su alma!
Carmen Amaralis Vega Olivencia
Comentario
Muchísimas gracias mi querido Rafael, cierto , la vida misma con un poquito de todo, pero sobre todo rehaciendo la vida, Amaralis
Muchas gracias mi querido Chente, sus palabras me honran, un abrazote, Amaralis
Críspulo, muchas gracias por tu mensaje, amigo ,un abrazo, Amaralis
Muchas gracias Norma, un abrazote agradecida, amiga, Amaralis
Muy hermosos escrito, que tiene un poquito de todo, historia de la vida, los pesares consecuencia del tiempo, la perdida de un amor incomprendido, el encuentro consigo para rehacer la vida y nuevamente la pérdida de un amigo. Bello en todo sentido a pesar de los pesares.
Felicitaciones.
Rafael.
Amarilis linda: Buena narrativa, te felicito. Besos, Chente.
Muchas gracias Mab, Feliz 2014 para ti y los tuyos, amiga, Amaralis
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Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
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