nostalgia

[nelida capurro]

Nostalgia

Pasaba todos los años una temporada con mis ancianas tías.

Llovía sin descanso en ese pueblo triste de la pampa.

Era una tragedia ser una niña solitaria, custodiada por dos “señoritas  antiguas” quienes no me permitían disfrutar del encanto de la lluvia por temor al resfrío o la enfermedad.  En esos días todo se limitaba a almorzar, dormir la  siesta, cenar y nuevamente a dormir temprano. Largas noches interminables...angustiosas

En mi mente suenan esas palabras que gritaba enfurruñada ¡Te odio! le decía, tras el vidrio de la ventana, a la lluvia, que me impedía salir en búsqueda de aventuras, cuando se adueñaba de la casas, pintando de gris húmedo y plomizo las paredes y todo lo que me rodeaba.

No niego que me infundía algo de temor, sobre todo cuando me desvelaba.

Me silbaban en los oídos los truenos del alba, aquellos que me hacían esconder debajo de la cama y mirar con temor las sombras que danzaban a mi alrededor. Y la maldita lluvia duraba días enteros.

¡Otra vez encerrada en esa habitación que me era poco simpática y  que, según escuché a escondidas, perteneció a” mi hermana”,de la cual poco se hablaba!.

Entonces, para que pasara mas rápido el tiempo, iniciaba el juego de investigar y fantasear con los descubrimientos...

Mis ojos asustados descubrían la esencia de los objetos que en otros momentos miraba con indiferencia.  Paredes surcadas de rajaduras que formaban una telaraña sin araña.

La destartalada banqueta de tocador, recuerdo de otros esplendores, mostraba el rulo de un resorte travieso que parecía estar escapando de una cofia de raída seda. Sobre ella, aburrida, una muñeca de loza pintada, de ojos fríos, reflejaba la nada de su cuerpo vacío, mientras yo añoraba los juegos que habrían practicado con ella, mis añosas tías.

Continuaba por el sendero de mi curiosidad hambrienta evaluando nostalgias.  Una cómoda con cajones, guardaba secretos de antaño, pañuelos de encajes, testigos de viejos romances, fotos y  cartas de amores lejanos. Sobre el mármol, brillaba un valioso cofre de ocultos regalos, una medalla, un mechón de cabellos dorados, un camafeo, un encendedor sin piedra...

Además... allí estaba el clásico espejo de marco bruñido... Era él el que me invitaba, con su magia, a salir de mi trinchera, debajo de la cama y me llenaba de miles de reflejos dorados que bañaban mi trémula figura.

Yo enmudecía, lo miraba fijamente y gruesas lágrimas corrían por mis mejillas. Sólo el silencio y la lluvia se apoderaban por horas de la estancia...Sabía que de pronto emergería un perfil...

¿Quien era esa persona vestida de novia, con la mirada perdida en su límpida faz?,¿De donde había salido esa imagen? ¿Nadie sabía el secreto? A ver........

Siempre que yo pregunté, se hacia un pesado mutismo.

Entonces, era mejor no contar nada de lo que veía en ese maléfico espejo  y para no quebrar el sortilegio, me quedaba tiesa, pensativa, hasta que la imagen se disolvía en el cristal

¡Cuánto me enojan aún, esos silencios que hacen perder momentos de vida!

Ellos llenaron etapas de mi niñez y adolescencia....

Un día descubrí, detrás de su luna cristalina, unas hojas de un viejo periódico que me enrostraron una extraña noticia “rara  dolencia demencial, producto de la ingesta de una sustancia alucinógena, ataca a varios miembros de una conocida familia de la zona, provocando hasta el suicidio de una de sus componentes a punto de casarse.

Después de releerlas  me arrimo a  confesarle al cristal, muy por lo bajo “¿Sabes espejo? Cuando yo me case de éste cuarto  delirante huiré, tal vez, por si acaso”.

Hoy me acerco sigilosa,  miro despacio y en el fondo del líquido cristal del espejo me veo reflejada, Yo también estoy vestida de novia, soñando que soy la estampa de la locura, ¿mi locura..?

¿.Podré hoy cambiar el final de esa historia familiar?

 

Han pasado los años,

 ellos han dejado su huella en mi rostro y mis manos, pero igual sigo fiel a este espejo de años. Hoy me miro parada ante él Mientras, un baño de luz juguetea por los huecos de mi estampa sin sombras y pienso que, al heredarlo se ha convertido en el confesor de mis penas y alegrias.....

                                                           circe