MUERTE DE TERCERA
I
Es media madrugada y el recuerdo se estampa en el pensamiento.
El frío sopla y me escucho.
Un caparazón de dolor y lodo se forma en mi espalda, pesa y desgarra mi alma y cuerpo, espiral de sangre y
palabras que taladra mi cabeza, dejándome en un laberinto de dudas, carcajada de noche oscura que desnuda a la
negra ave que de madrugada espera.
EN MEDIO
CANTO I
Se ahoga la Tierra y en vientre envenenado las palabras, río revuelto de sapos y sangre.
Las calles caldean el silencio que apaga llantos. Bajo párpados, sueños se descarnan, dejan
en un suspiro la muerte.
Las banquetas del Mardigra se asfixian, ratas revientan y en un bajo de saxo las paredes se
derrumban y en los oídos la indiferencia se levanta.
El poder en la mano de un idiota se convierte en lodo, escurre entre sus dedos.
CANTO VII
Duerme la metrópoli y tronados de óxido vuelven los hombres para despertar al águila
erosionada que nada ve. Sobre una esfera tallada en oro el pueblo ríe...
Un mundo de idólatras escribe nuestra historia.
HIDROFOBIA
SEIS
Hoy me mordió un perro, zarandeó mi pierna hasta hacer con ella un garabato; así como tú lo hiciste conmigo. Penetraste tu colmillo en mí, cortando tendones, arterias y músculos donde existías.
Me está dando calentura, estoy temblando. Debes ir al médico –me dicen-; pero no tengo tiempo más que para pensar en ti. La lluvia me duele y mi garganta se agrieta. Estoy empapado de dolor. Te tengo en mis vísceras, en mis epiplones y en mis huesos. El sudor encharca mis párpados. Esta herida es profunda y mis ojos se fijan en ella buscándote; sé que estás aquí, dentro.
Ocho
Hoy cruje mi cuerpo y en mi cabeza gira el tornado del tiempo. Te fuiste no sé a dónde, no sé con quién. Has enterrado tu cáncer en mi corazón ¿Y piensas que no he de fallecer? Con mis venas sin tu sangre no podré vivir, no podré morir.
Te espero, el cuarto se ha convertido en tierra, el amor es tan dulce como una borrachera y tan cruel como una resaca. Te he buscado todo el tiempo, estoy fatigado, encajado a esta cama que levanta a mis muertos. Ya no puedo sostener abierto los ojos; pero morir es retirarse de la pelea ¿Se sobrevive al desamor? Mujer, hoy todo está enfermo: la tarde, el viento, la pluma, la taza, el cenicero la botella el perro mi cuerpo ¡Hasta Dios!...
Hasta nunca.
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