Quiste cultural de la burbuja

[Ismael Valdivia]

Soy un consumidor de pacotilla.

Llego al mundo empavesado de ciudad, casi envuelto en rayos y cuando abro la primera página del cielo que me cubre, empiezo a consumir. Consumir  pues el globo va a hacerse uno y el pie de una mula en Nicaragua será la sopa bendiciendo a Cartagena.

Fabrico surgideros, como una mesa caliente donde sentar el sueño, arranco chiflidos al tránsito, al ladrillo que en la acera se adormila y hay una cuerda de donde pende este martirio, una vidriera que se deja mecer y no le tomo en brazos ni le sedo la ira.

Consumo yendo allí, a la catedral que se atribuye mi voz,  estereotipando mi tierra de semillas, pero como se adentra con una comezón de antepecho, consume mi gula y el silencio.  Al final quedo lejos de la luz, con un vaso de pinceles, un billboard de oropel , de estrellas y damascos  y un brillo de tabernáculo en sombras.

El mundo, que apenas nace,me dice de su mano y la puerta y el mundo que soy yo, conquista el entrecejo y como un cobarde más, revuelvo estanterías y secretos.

Si no hay superficie ¿entonces qué siente el estímulo?, ¿a dónde concentra este desparpajo?. Hay miles de apetitos olfateando el aire, egoístas sintiéndose anacrónicos. Miran mi moneda, la amplitud de mi bolsillo y gritan entre sí, que es necesaria la justicia de los tiempos, quién tanto echó, quién se calló, a qué vicio culpar. Pero yo no me resguardo de vanguardias, me escurro en  tí  y nos vamos de nuevo a fetichizar el  imperio, la nube que nos sigue  y mi gusto es tu gusto y  cada hueco del aire tiene un espanto de excesos.