Las sombras acecharon durante horas para abrazar mis pensamientos a tu llegada. Fue tan sencillo como mirar al cielo y ver las estrellas y empezar a contarlas. Una estela de preguntas bañaron el aura entre nosotros y una maraña de respuestas acaloradas brotaron de tus labios y de los míos. En contrapeso, de mis labios salían las palabras con rencor y desdicha. Era un noche de esas que duran una eternidad, era una de esas noches en que la luna estaba más brillante que nunca; era una de esas noches en que no te gustaría dormir sino contemplar el cielo lleno de estrellas, era una de esas noches de meditaciones a granel, era una de esas noches que no esperas tener discusiones con tu amada... Pero la noche es así, traicionera a veces.. compañera de cuitas, compañera de veladas interesantes y amorosas en otra; pero la noche de esa noche fue nuestra enemiga. Nos delató nuestro instinto de seres humanos, nos metimos en un hoyo difícil de salir; solo a ciegas podíamos huir de ese atolladero en que nos sumergimos. Las sombras siguieron acechándonos, las noche nos siguió con sus pasos, tratando de hacer resbalarnos y hacernos caer en un profundo vacío sin destino; a veces el llanto se apoderó de nosotros, estábamos allí, viéndonos el uno al otro, con preguntas, con respuestas, vanas unas acertadas otras. La noche se hizo más oscura, pero eso no impidió que nuestros rostros se escondieran. La brisa rozaba nuestras mejillas y se confundían con nuestras lágrimas. Esa noche era preferible dormir,,, y si dormir era morir… entonces no quería despertar. Fue la llegada de una tenue lluvia la que nos despertó de ese te digo y me dices, me dices y te digo, fue como hacer una pausa, con un descontrol que nos hizo sentir como enemigos, pero éramos amantes de nuestro amor, nos gustaba nuestro destino y queríamos surcar el cielo infinito con nuestras vidas… Ya la noche no era nuestra enemiga, ahora lo era la lluvia que empezó a impedir nuestra reconciliación, nos separó por un momento pero volvimos a nuestros fueros al cesar esa tenue lluvia que nos hizo guarecernos en sitios separados… Yo te miraba a los lejos y tú me mirabas como queriendo desaparecerme con una de esas varitas mágicas que solo se ven en los cuentos de hadas. Pero creí por un momento que si existieran ya no estaría allí, mirándote con una agonía casi del mas allá. Al cesar la lluvia nuestros pasos se encontraron, ahora un poco más cerca uno del otro, pero respetando la línea imaginaria de en los límites de nuestra amargura. Solo los sollozos quedaron en el aire ya vacío que nos dejó nuestro furibundo encuentro. Fue como un torbellino que pasó por nuestras vidas una noche oscura y con una tenue lluvia. Solo pasó para quizás, hacernos reflexionar acerca de cómo llevamos nuestras vidas. Pero dejó una huella imborrable, como todas, como las tintas de esas que llaman chinas, que a veces ni se borran con el tiempo, fue como hacernos un tatuaje en nuestros cuerpos, tan profundo que sería difícil de borrar, ni con fuego, ni con agua, ni con aire, ni con todos los elementos existentes en el mundo habrá de desaparecer, porque no es material, es espiritual, es sentimental, quedó en nuestros corazones como una mancha.
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Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
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