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« : Febrero 16, 2011, 10:20:15 »
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¡Cómo puedes decir que la vida es injusta contigo!
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A veces, no podemos evitar pensar –aunque sólo sea por un instante-, que la vida es injusta con nosotros.
Tenemos la sensación de que aportamos más de lo que nos da o nos dan.
Nos esforzamos por los demás y no recibimos lo mismo a cambio.
Aún sin quererlo, eso nos va dejando un poso inconsciente de rencor y de recriminaciones.
No lo manifestamos –porque no nos lo permite nuestro imaginario amor cristiano, o nuestro camino de evolución mística, o porque es contrario al modelo esotérico y nuestra espiritualidad- pero se mantiene ahí.
Es innegable, aunque permanezca soterrado y agazapado, atento para saltar en cuanto bajemos la guardia del modelo de aprendizaje y bondad que enarbolamos.
Nadie ha dicho que la vida tiene que ser justa. Sólo Lo Superior es justo y es justicia. Pero la vida es la creación de Lo Superior, puedes decir. O sea que la vida es un fallo creativo…
No caigas en esta trampa dialéctica. No te enzarces mentalmente. No pierdas el tiempo jugando con las ideas que no tienen base sólida.
“La vida” le llamamos a lo cotidiano, a donde nos desenvolvemos con nuestros asuntos y conflictos, donde nos ha tocado estar y estamos.
Y ahí, en este relacionarnos con los demás, es donde se crean lo que, a nuestro entender, desde el pequeño protestón, son las injusticias.
Debemos seguir adelante con nuestras aspiraciones y deseos, al margen de las minúsculas zancadillas que nos ponga “la vida”. Es nuestro propósito ancestral y nuestra obligación.
No niego que muchas veces nos sentimos enfadados con “la vida”, y en muchas ocasiones está justificado y tenemos razón, pero eso no es motivo para que nos quedemos estancados en la pataleta, en esa “injusticia” que entendemos como un ataque personal.
Quedarnos ahí no hará otra cosa más que azuzar nuestro dolor y engordar la rabieta.
El siguiente paso es evidente: olvidarnos de la queja, evitar su influencia, y seguir adelante. Nuestro propósito esencial está por encima de esa cosa que, a nuestro espíritu, que en este aspecto está por encima de nosotros, le parece una nimiedad.
Te recomiendo que creas o confíes en eso que ya has oído decir tantas veces: que la vida es un camino de aprendizaje; que la vida te propone continuamente situaciones para que aprendas;
que ninguna de las cosas que te da y no te gustan –o no te parecen justas- son por molestarte, sino para enseñarte; que de todas las experiencias sales fortalecido…
Y te lo recomiendo porque, de todos modos, aunque a tu infantil y refunfuñón ego le siga pareciendo injusto, tú tienes que seguir adelante.
Es tu propósito y tu responsabilidad, y, además, así evitarás cualquier tipo de frustración que te deje anclado en la irritación por la situación.
¿Resentimiento contra la vida por sus “injusticias”?
No pierdas el tiempo con eso. Dile a tu ego que no te distraiga con tonterías y chiquilladas.
Sigue ganándote cada paso que des, cada éxito. No te quedes encallado esperando que te dé todo lo que te mereces. Quizás ya te lo está dando pero aún no eres consciente.
Y no es importante que te parezca que “la vida” no es justa contigo: es importante que tú seas justo con ella.
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