Soy gitana, ¿y qué?
-Mi vida, no te acerques a la caravana. Esos gitanos roban niños.-
Y con esas palabras resonando en mis oídos y en mi corazón,
finalmente nos dejaba abuela ir a jugar al borde del acantilado,
lugar donde de vez en cuando acampaban las caravanas de gitanos.
Sacaban sus telas y tules y forraban en círculo el área. Allí
montaban sus tereques, cocinaban en calderos con leña y practicaban
sus malabarismos en noches embrujadas con la luna.
Los niños del barrio faltábamos a las promesas. La curiosidad era
mayor que el miedo a ser robados. Abuela nos contaba que los gitanos
le chupaban la sangre a los niños, dejándolos luego, abandonados en
el próximo pueblo.
Pero yo no le hacía mucho caso a esos cuentos de abuela, porque a mí me atraían como imán. Quería ser gitana. Me fascinaban los colores de sus faldas y las mil pulseras que se colocaban en los brazos para sonarlas como cascabeles cuando bailaban enardecidas en las noches en derredor de la fogata.
Las fogatas enloquecidas por el viento del mar eran la señal de que
allí estaban acampando esa gente rara que tanto me gustaba. En
esas noches me escurría de la casa como una gata sigilosa, mientras mi abuela me hacía dormida.
Asomaba mi carita por los rotos de las mantas tendidas al viento, y así pasaba horas en delicias, saciando mi curiosidad y mi imaginación.
Algo extraño me ocurría cuando empezaban a sonar las guitarras. Me
invadían unas ganas locas de saltar y bailar. La rumba se me metía en
la sangre, y terminaba dando vueltas en círculos, arrancando los
tules, dejando mi presencia al descubierto.
Antes de que levantaran sus tiendas ya me había hecho amiga de los gitanillos de la tribu. Aún tengo los collares de cuentas multicolores cambiados por mi bufanda de lana una noche de luna llena.
Con ellos aprendí la alegría de vivir y bailar, de reír y
cantar, de acariciarme y acariciar con picardía la piel sedienta y plateada reflejando la luna.
Siempre me invadía la melancolía cuando les veía recoger sus bártulos y marcharse lentamente en la bruma de la noche con su caravana a cuestas. Abuela lo intuía y ese día me hacía mis dulces favoritos me abrazaba y besaba en la frente al ponerme a dormir.
Pero los gitanos me dejaron para siempre el alma encendida. Aprendí de ellos a ser gregaria y comer sentada junto a mucha gente, compartiendo en júbilo lo mucho y lo poco. Aprendí a ser desprendida de mis cosas y a compartir ilusiones y sueños. Pero sobre todo, aprendí que la vida es pasajera y se vive mejor si desarraigas tu espíritu del suelo, levantándote en vuelo al destino incierto de lo que vendrá.
Desde niña mi corazón anda perdido sin rumbo definido, una noche de
rumba y hechicerías hice un pacto de vida y de muerte con ellos.
Me lo huelo en la sangre,
soy gitana, ¿y qué?
Carmen Amaralis
www.carmenamaralis-vega.com/
Comentario
Gracias Ricardo, es cierto , tenemos mucha afinidad, un abrazote, Amaralis
Otro para ti querida Amaralis: En verdad, ellos (Los Gitanos), ejercen una atracción indescriptible. Es como que verdaderamente tuvieran ese "Sexto sentido" que algunas personas tenemos. (Y digo "Tenemos") porque los Poetas seguramente hemos vivido anteriormente cosas que ocurren en nuestro interior y que son inexplicables. Algunos les dicen "Musas". Tal vez...
¡Gracias por contestar a mi comentario con tanta afinidad. Ricardo.
Que bueno Luis que compartiste y conociste a los gitanos. Acá en Puerto Rico llegaban mucho , les llamábamos judíos errantes, Hay muchas canciones sobre ellos, un abrazote, Amigo, Amaralis
Mi querido Ricardo, que bueno que compartimos recuerdos gratos de esas maravillosas gentes, mira, a mí me conmueve mucho la región de Venezuela, es como si hubiera vivido allí en vidas anteriores, no me puedo explicar estos sentires, amigo, un abrazote, Amaralis
¡Que enhorabuena que lo seas! Los Gitanos, aquí en esta tierra mía tan lejana, también estuvieron en sus carpas y sus tiendas y vendiendo sartenes y "Adivinando la suerte". Y están en un rincón de mi infancia cargado de fantasías y siluetas pintorescas y amenazas y advertencias de la Abuela Rafaela: Que si me portaba mal, me llevarían los Gitanos. Y yo, como niño, qué sabía de portarme mal. Si todo lo hacía como me venía en ganas. Nunca me llevaron. Tal vez tan mal no me he portado.
¡Gracias por compartir tu bella prosa y tus sentires de Gitana!
Besos y flores para ti. Y que sueñes una noche de estas con los pactos secretos y las caricias y los juramentos y la Luna y las guitarras. Claro.
"De corazón a corazón". Ricardo.
Muchas gracias Mab, tu DESTACADO ME HONRA, AMIGA, Amaralis
RED DE INTELECTUALES, DEDICADOS A LA LITERATURA Y EL ARTE. DESDE VENEZUELA, FUENTE DE INTELECTUALES, ARTISTAS Y POETAS, PARA EL MUNDO
Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
http://organizacionmundialdeescritores.ning.com/
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