UN MONUMETO AL AMOR EN EL PUERTO DE MISAHUALLI
Un monumento para una reina, así se debe llamar, nos fuimos de paseo al puerto del eterno amor, a donde nunca me cansaré de retornar, al Puerto de Misahualli, asiento, cuna , hogar y testigo de unos amantes principiantes y eternos enamorados, así éramos, así amo y lo recuerdo con mucho admiración al suelo que nos acogía y nos brindó su acogida para empezar un hogar que apenas hoy llevamos 40 años, claro que ella más de una vez me ha pedido separarnos, pero nunca será igual, siempre habrá donde retornar al nido , al edén , al primer encuentro , a la primera angustia, a la primera hambruna y desolación, a donde el amor se consolidaba a base de plátano, maduro yuca y verde, donde más de una vez lloré, de impotencia de angustia y de dolor, donde la enfermedad no debe nunca llegar, y donde el dolor y los males del hambre y las enfermedades, solo con rezos y oraciones se podían curar, donde le robamos el secreto al río, por las noches y las madrugadas que solos los dos, como amazonas, solíamos salir con el ancho y temeroso puerto a dialogar, allá donde los inviernos parecían huracanes y maremotos, donde más de una vez veíamos, como las casa bajaban por el rio napo, hasta la bifurcación de Misahualli, para hacer el gran Napo y llevarlos aguas abajo donde en algún lugar las casas y los islotes se destruían por la fuerza de esta hermosa naturaleza, cómo no retornar, al puerto de Misahualli, donde con aguja en mano hicimos nuestros pantalones cortos que no teníamos, cómo no retornar al puerto, donde existió el verdadero y puro amor, donde la angustia se saldaba con caricias y besos, porque ahí estaba en vivo el milagro de este eterno amor, donde los dolores y los males lo curábamos con el solo milagro de la Oración.
Ahí se encuentra inmortalizada la piedra testigo de esta memorias y añoranzas, que cuando Gabriela estaba aprendiendo a nadar, una vez lanzada al rio, cuando ya cerca de la orilla, se quiso a la piedra regresar, estando a punto de ahogarse. Solo los cerebros innobles serían capaces de olvidar, el paraíso, y como era este paraíso: unas 8 casas construidas indistintamente, y en plazoleta las casas y los medianos negocios de la época, tanta era la época, que cuando fuimos donde Jorge Jines a comprar la comida con un billete de 20 dólares nada nos quieran vender, en vista de nadie conocía esos billetes, lo dicho, con dinero nada pudimos comparar, y tuvimos con las misma hambre y con la misma angustia al Destacamento regresar. Ahí abajito estaba la tienda de don Guevara, el salón hotel de Antonio Santander, un ex camarada Militar, con sus hijas para aquel entonces muy bonitas, y que decir de la esposa y las hijas y qué decir de las hijas del señor sargento Vargas un encanto de mujeres: La esposa del don Vargas una dama muy gentil y de buen corazón, quien se daba modos para ornar el pan en un horno hecho de tanques de combustible con tanta habilidad que había espacio para la candela y el horno, lo cierto que , cuando ya estaba el pan, llamaba a mi novia para compartir el trabajo su aroma y habilidad. De sus hijas, ellas eran un primor de mujeres, que bonitas y que tentadoras a la vez; como no recordar en este punto a mi compañero Carrera Francisco (el ashullas (allullas)[1] por ser originario de Latacunga), lo cierto es qué: Cuando salían una de las muchachas a lucir y ventilar su figura femenina, con sus bikinis de colores llamativos ternos de baño, mi compañero, ni corto ni perezoso, también salía a bañarse y a restregarse todo su cuerpo y sus intimidades varoniles; no había que desmerecer, ellas eran todo unas sirenas del río, atractivas por ahí no más, porque yo tenía mi reina y como ella no había otra igual, con ojos de color cafés, vivaces de mirar penetrante y profundos, alegres y nostálgicos a la vez, labios muy rojos gruesos y carnudos, de talle pequeña muy inteligente, con pelo largo y abundante, que armonizaba su textura y su sutileza al caminar y lucir su belleza Lojana; quien también venia del ancho, rítmico, caudaloso y hermoso río, quien compartía ese encantador edén con migo.
Una vez me comentó había escuchado decir a los comerciantes: Que pena esa jovencita se ha metido con ese viejo, cuando a mi mujer le llevo con apenas con 6 año mayor, pero en fin, eran cosas de la época de allá en el hermoso, Puerto de Misahualli.
[1] Pan muy especial elaborado que al comerlo suena como rosquillas o galletas, es muy tradicional en Latacunga Provincia de Cotopaxi en la República del Ecuador
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Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
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