Un Negrito
Hubo una vez un negrito que fue arrancado de sus raíces y obligado a cruzar aguas turbulentas. El azul del cielo de tres meses y el verde mojado de la vida lo entregaron al calor ardiente de unas islas extrañas tan calientes como su mundo africano. El negrito lloró el desgarro de su madre, y al
sonido de los golpes de un tambor improvisado le arrancó notas de dolor.
El recuerdo del olor a su tierra, mezclado con su llanto, fue cubriendo de surcos su rostro, y un día cualquiera ese negrito tuvo un hijo en sus brazos, y este nuevo negrito nació americano. Y una tarde cualquiera, de látigo y escarnio, una india caribeña le parió otro negrito raro.
Ese nuevo negrito sufrió la esclavitud mirando su mundo con ojos oblicuos y cabello ensortijado, y comenzó a cantar con su tambor bajo palmeras, mecidas al compás de las olas, y ese negrito raro una noche de ron y de rumba enloqueció de amor al ver los ojos azules de aquella francesita de labios pintados, y se apareó con ella. Y les nació un negrito mucho más
raro. Aquel nuevo negrito tenía la piel de miel y los ojos verdes cuajados de esperanza, y a su rostro lo adornaba una boca sensual y unos ojos en flor.
Y siguió la historia de aquellos negritos cruzándose entre negras, indias y extranjeras en aquel calor infernal de las primeras quimeras, entre brujerías y ritos, tambores y canela. Han pasado cinco siglos, y en aquella isla pura, de cristal y sol, ahora corre una sangre de color mulato y sabor a guayaba, de música alegre y sinfónicas de miel con ritmos de cañas y
violines, y el tataratataratatara abuelo que llegó en aquellas primeras carabelas desde el cielo ríe al ver a su tataratataratatara nieto tocar el arpa con manos de ángel y rostro de primavera.
Hoy, un mulato se mira en el espejo y ve un poco de aquel negrito, de aquella india taina y de aquel caballero europeo que un día golpeó a la abuela y engendró en el cañaveral a la esclava de ojos oblicuos. De aquellos esclavos nos nació la patria, y este mulato sería borincano “aunque naciera en la luna”*.
* frase de un poema de Juan Antonio Corretjer (Poeta Puertorriqueño)
Carmen Amaralis Vega Olivencia
www.carmenamaralis-vega.com/
Comentario
Mis queridos Cástor, Carlos y Ramiro, gracias por sus bellos y patrioticos comentarios, los valoro inmensamente, Amaralis
gracias carmen por traernos tan hermosas palabras del gran poeta de la bella isla de Puerto Rico.
Manuel Fernandez Junco
Felix Astol
RED DE INTELECTUALES, DEDICADOS A LA LITERATURA Y EL ARTE. DESDE VENEZUELA, FUENTE DE INTELECTUALES, ARTISTAS Y POETAS, PARA EL MUNDO
Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
http://organizacionmundialdeescritores.ning.com/
CUADRO DE HONOR
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