Antes de emprender el vuelo y recordando palabras de un poeta-pájaro-verde; “evitar caer en el oscuro pozo de agua y sus liturgias que es el prólogo”, dejé que este diálogo entre la gente de la tierra y la naturaleza se vaya abriendo sin toponimias ornitológicas, ni desfiles de nombres que acostumbran agolparse para arrebatar la voz del que finalmente intenta traspasar las sensaciones al leer un libro.
Libre de exigencias y conquistas, comencé este viaje cual golondrina en busca de los primeros soles primaverales o como garza parada en una pata, meditar qué venía en la siguiente armonía o como el zorzal, avecita sigilosa, aguda y despierta. Una disposición necesaria que recomiendo, ir más allá de la meta lingüista o del saber que nos aleja de la libertad del espíritu blanco y/o azul -según sea nuestro recipiente-y que nos puede distraer de la intencionalidad maravillosamente impregnada en estas páginas; un reino mágico emplumado con sus múltiples formas, colores y sonidos. Como ejemplo, una emotiva charla con el hombre pájaro Lorenzo Aillapán y que nos regala aquí Wilma Aguas.
Este libro es una obra de un lenguaje nostálgico, alusivo, amable, sin toxinas, consciente y consistente de un “mundo pajaril” al que le hemos ido perdiendo el sabor de escuchar, los seres humanos están siendo dominados por sonidos imantados presos de caer en una sordera inevitable pero que con estas, Mensajeras del Cielo, aves en la cultura mapuche, quedará sin lugar a dudas un testimonio valioso, purista, sin intervencionismos más que el deleite de invitarnos a re-educar nuestro oído en esta hermosa convivencia emplumada, vuelos dónde me sentí üñumdomo, mujer-pájaro, vibrando y latiendo a mil en un conocimiento antiguo de una bandada aún viva,
la Ñuke Mapu.
*Registro de Propiedad Intelectual.182822.Primera Edición
12-8-2009...
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