Por tantas palabras dulces sin desvelo,
las musas mas tiernas quedaron temblando,
no por el Quevedo que les brindó el cielo,
pero es por la moza… ¡Que dejo llorando!

¿Quien es esa moza, sin ningún recelo,
que canta y se queda tranquila esperando?
Que las musas tiernas levanten el vuelo,
y que poco a poco la vayan besando.

Y cuando interpreta mística sonata,
ha embrujado sola, la musa del viento,
a musas del sol, calor arrebata,
y al canto del agua, cristales de acento.

A musas del mar, su ira desata,
si son las de nube le entregan su aliento,
le hizo al huracán buena serenata,
y con la de amor hubo sentimiento.

Pronto llegarán más musas al alba,
como una cascada de luces que emana,
de la madre tierra, del rayo a mansalva,
todas de la mano, hermana y hermana.

Van danzando alegres ciñendo su frente,
con una aureola de olivo triunfante,
ninguna de ellas se muestra renuente
a darle a la moza la idea brillante. 

LACANDONI-Felipe de Jesus Legorreta Levy.
Copyright México Indautor