En Venezuela la cada vez más creciente clase miserable, ha hecho ir fracasando la práctica democrática. Porque no puede haber igualdad donde la gran mayoría de la población se corroe y deja de tener acceso a la superación económica y escalada de posiciones que la otra clase dominante o pudiente posesiona. Es como si nos convirtiéramos en castas de menor a mayor pero con difícil traslado de una a otra.
La democracia supone cierto parámetro de nivel de vida, o de independencia económica en la mayoría de la población, independencia que debe estar reflejada en salarios, estabilidad laboral o comercial.
Parámetros de coordinación en la distribución de la riqueza, entendida esta como la salud y demás servicios públicos. Parámetros en la planificación de políticas nacionales, para poder contar con infraestructuras de desarrollo como por ejemplo los ferrocarriles, los caminos de penetración agrícola, sistemas de regadío y grandes, muy grandes aplicaciones industriales que echen por tierra las ya intolerables y aberrantes importaciones.
La menor independencia del hombre estaría en que pueda alimentar a su familia, que pueda tener trabajo y seguridad social; Porque el hombre que no tiene que comer, que no tiene con que abrigarse se siente en el aire y a merced de azares y avatares. Se convierte en instrumento del caldo que cultiva el delito, amen, de ser utilizado en políticas trasnochadas.
Porque para hablar de igualdad al hombre que esta pasando hambre y hablarle de derechos humanos al hombre que no tiene abrigo, es algo así como una locura. Al hombre hay que sacarlo, ponerlo en la vía para que deje de ser instrumento, convertirlo en persona, no en objeto o cosa que todo el mundo deseche o utilice a su antojo.
Esta ha sido y es la práctica política que han tenido nuestros gobernantes y también nuestros revolucionarios en los últimos cien años.
Estamos en un campo de sitio, en un cerco que acorrala la democracia y destruye el Estado. La pobreza aumenta en forma galopante y la rabia y el odio se tornan alarmantes. Es hora de pensar que haremos.