- Mañana es Navidad, mamá, y me gustaría que me regales un amigo.
La madre de Juan se quedó impresionada por el pedido inusual de su menor hijo. Días antes le había confesado sentirse muy solo. No quería una bicicleta, un play station o un nintendo para entretenerse. Lo típico hubiera sido que para esa Navidad le pidiera que le comprara una pelota de futbol firmada por Messi o un tablero de ajedrez para ganarle a todos los alumnos de su escuela. Le pedía un amigo para conversar y jugar con él toda su infancia.
- Está bien hijo – le contestó, mientras lo tomaba en sus brazos y alisaba sus cabellos – y te amo con todas las fuerzas de mi corazón.
- Yo te amo más mamá, y no sólo con mi corazón, con mis riñones, con mis pulmones, con mi cerebro, con mi vida.
Jorge y Lucho, sus vecinos del barrio, le habían rogado a sus padres que les regalaran por navidad la película “2012” que suponía para ese año el fin del mundo; pero él encontraba estúpido aterrorizarse ante esa posibilidad desastrosa. Quería un amigo. Nada más. Y se lo dijo a su madre por decir, como una ocurrencia de niño, sin pensar que ella a quien amaba tanto podría satisfacer ese deseo. “Además, en las tiendas no venden amigos”, pensó para si, riéndose de su propia ocurrencia.
Cuando su madre apareció al día siguiente con una caja de regular tamaño diciéndole: “Feliz Navidad mi amor”, él se rascó con desconfianza la cabeza. “Feliz Navidad mamá”, le contestó, para no desairarla. Pero en su corazón sintió sin lugar a ningún reclamo, que le fallaban; que otra vez le estaban regalando una pelota de fútbol autografiada por el jugador de moda. Él no necesitaba un juguete para fantasear. Quería un amigo. Recibió la caja, forzando una sonrisa, pero no la abrió como en otras ocasiones. La puso a un costado, sin percatarse del rostro de decepción que había puesto su progenitora, que abandonó el lugar para arreglar el árbol de navidad que había comprado. De repente, Juan escuchó sorprendido que del interior de la caja salía un ladrido. Emocionado abrió el paquete, envuelto en un papel de regalo y en su interior, encontró un perro pequeñito raza Chitzú, que meneaba la cola con gran júbilo. Lo abrazó y fue tanta su alegría que se puso a llorar inconsolable, hasta que una voz salida de la boca del animalito lo dejó perplejo:
- Ya no llores niño. Acaso no necesitabas un amigo.
- Tu puedes hablar. ¿Pero cómo?
- No, no puedo hablar. Estoy tosiendo palabras – le contestó el can con ironía.
- ¿Y cómo puedes hablar si eres perro?.
- Perro pareces tu cuando te portas mal. Pero dime ¿cómo caminas, cómo hablas, cómo duermes, cómo sueñas?
- No lo sé. ¿Y a ti te gustaría ser humano?
- Ni así me paguen. Como perro estoy mejor
- Pero ¿por qué?.
- Porque no quiero pelearme con mi misma especie. Los “seres humanos” se drogan, beben alcohol, roban, se pelean y matan sin reparo en guerras fraticidas. ¡Ustedes deberían llamarse “perros” y nosotros “seres humanos”, porque sabemos ser leales!
- Pero no todas las personas somos malas.
- Cambiemos de tema para no arruinar la navidad. Además a esta hora va a pasar la vecina con su perrita “pudle” y esa muchacha pues me tiene loco. Hasta creo que le gusto.
- Veo que eres enamoradizo eh. Lo que no entiendo es por qué si yo le pedí a mi mama que me regale un amigo, me trajo un perro.
- Es que nosotros los perros solemos ser los mejores amigos y jamás traicionamos como traiciona el hombre.
A medio día, el niño sufrió un mal intestinal y tuvieron que hospitalizaron. Salieron tan apurados que olvidaron cerrar la puerta. Después de un par de horas, los médicos controlaron su mal y al regresar a casa se dieron con la sorpresa de que el perro se había fugado. De tanto llorar por tan lamentable pérdida Juan se quedó dormido, pero un ángel de parte de Dios, le confirmó en sueños que el animalito estaba por los alrededores y que muy pronto aparecería.
- ¿Pero cuándo, cuándo?. Es mi mejor regalo de navidad y mi mejor amigo.
- Pronto, muy pronto -, le aseguró el emisario del Cielo.
Apenas despertó alguien tocó el timbre de su casa. Era su vecina llevando entre sus brazos al perrito de Juan y a su perrita “pudle” que lo acariciaba. Saltó de su asiento y lo abrazó.”Me has hecho sufrir granuja”, le dijo al oído y el perro le contestó: “Es que yo también tengo mi corazoncito”. Y esa Navidad de luces y de fiesta, ellos supieron que serían amigos para siempre.
Etiquetas:
Eres un magnífico escritor, Carlos, me gusta mucho tu relato Regálame un amigo. Feliz Navidad
Qué hermoso cuento!!! Me encantó y felicito de corazón a su pequeño-gran autor!!!
FELIZ NAVIDAD PARA ÉL Y SU FAMILIA!!!
Marga Mangione
Hermoso cuento, muy especial ya que los niños quieren mucho los animales y en su corazón no hay mesquindad.
Felicitaciones querido y admirado joven escritor.
Me encantó su cuento
Adiela.
RED DE INTELECTUALES, DEDICADOS A LA LITERATURA Y EL ARTE. DESDE VENEZUELA, FUENTE DE INTELECTUALES, ARTISTAS Y POETAS, PARA EL MUNDO
Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
http://organizacionmundialdeescritores.ning.com/
CUADRO DE HONOR
########
© 2024 Creada por MilagrosHdzChiliberti-PresidSVAI. Con tecnología de
Insignias | Informar un problema | Política de privacidad | Términos de servicio