GABRIEL

[Daniel Alejandro Ruiz Correa]

Gabriel es un niño de cuatro años que vive en el sector La Carata de Upata. Un lugar hermoso donde todavía se escucha el canto de los araguatos, en los meses de marzo y abril se oye la algarabía de los guacamayos que pernotan en el bosque. Las aves pintadas de colores retozan en las ramas de los  árboles, el plumaje del cristofué contrasta con el purpura de los apamates. Otras   picotean lechosas sabaneras, nísperos y sarrapias. Los colibríes cotejan las flores, que rendidas a su danza le ofrendan su néctar. Todavía Gabriel no ha ido a la escuela, sin embargo, su madre trata de explicarle las cosas. Su curiosidad es innata, incluso más desarrollada que la de un niño citadino. La naturaleza con sus distintos matices es una excelente maestra. Su madre le pregunta:

Gabriel dime, que son las olas?

-son saludos que nos da la mar

Qué es el sol?

Es una flor que gira y alumbra

Y las colinas?

Son bebes que duermen boca abajo

Ella sonríe y sigue fascinada preguntándole a su hijo:

Y las calles Gabriel?

Las tantas veces que tú me pides silencio

Y Rosalba mi niño?

-es una rosa enamorada del alba… eres tú mamá

[MilagrosHdzChiliberti-PresidSVAI]

QUÉ HERMOSO!

ME ENCANTA!

[MilagrosHdzChiliberti-PresidSVAI]

[Iris Girón Riveros]

Muy tierno y lleno de candor infantil,

el mensaje de Daniel Alejandro.

[Carmen]

[Antonio Oxté León]

Felicidades Daniel

Por el destaque y apertura del filón de inspiración que abre la literatura infantil en tu escrito. Bendiciones.

[Daniel Alejandro Ruiz Correa]

Muchas gracias por sus comentarios y el destaque. La literatura infantil, no es sencilla, pero es importante adentrarse en ella. Ver la sonrisa de un niño o niña, el entusiasmo cuando se les lee algo no tiene precio. Es gratificante, partiicularmente me motivo el hermoso trabajo que realizó Jairo Anibal Niño (colombiano) fallecido hace dos o tres años. Su literatutra infantil es fascinante, acá les coloco dos de sus cuentos que me parecen excelente:

¿Cómo se pasa al otro lado del espejo?

 Para pasar al otro lado del espejo, se necesita el valor temerario de un niño de siete años, de su facultad para convertir el azul en quetzal y la nube en garza. Él sabe que tiene que ascender por la vertiente más peligrosa del espejo, trepar cuidadosamente para no tropezar con el brillo, afianzar con firmeza el pie para evitar hundirse en la garganta de los reflejos, y eludir el encuentro cegador con los ojos de su doble. Entonces llegará a la cúspide y pasará al resplandor del otro lado, descendiendo por la parte oscura de la luna.

Cuando llegué del colegio

Cuando llegué del colegio,
me quité los zapatos,
dejé en el suelo la maleta

donde cargo útiles y

libros,

me senté en el viejo sofá

que me gusta tanto,

llamé a mi gato para

acariciarlo,

no quise almorzar ni hablar

con nadie,

y le sostuve la mirada al

retrato de Zico

que tengo pegado en la pared.

Más allá de la ventana pasó

un color tan rápido

que sólo alcancé a ver un

pedazo de pájaro o de

mariposa.

Saqué del bolsillo de la

camisa una hoja de cuaderno

donde ella había escrito sunombre.

Es trigueña, de trenzas, se

llama Alejandra, se ríe

lindo,

y tiene nueve años como yo.
Estudia en tercero A,
y al recordarla
sentí un corrientazo por

dentro

como si me empezara a doler

el estómago del corazón.

 

¿Me haces un favor?

 —¿Me haces un favor?

—¿Qué clase de favor?

—¿Quieres tenerme mis

avioncitos durante todo

el recreo?

—¿Durante todo el recreo?

—Sí, es que tú eres micielo.