Había una vez una vieja escoba que vivía en una pequeña cabaña en medio del bosque. Esta escoba, llamada Silvia, era muy peculiar, ya que tenía la habilidad de hablar. Sin embargo, Silvia prefería mantenerse en silencio la mayor parte del tiempo. Aunque Silvia, era una escoba solitaria, encontraba consuelo en su silencio. Observaba cómo las hojas caían de los árboles en otoño y cómo la nieve cubría el suelo en invierno. Acompañaba a su dueña, una anciana llamada Clara, en su labor de barrer la cabaña y mantenerla ordenada.
Un día, mientras Clara se encontraba en el pueblo, un extraño visitante llegó a la cabaña. Era un hombre de aspecto misterioso, vestido con una capa negra y sombrero de ala ancha. Al ver a Silvia, el hombre se sorprendió al descubrir que podía hablar. El hombre se presentó como Sebastián, un mago errante en busca de ayuda. Le explicó a Silvia que había perdido la capacidad de hablar y necesitaba encontrar una solución. Silvia, a pesar de su inclinación al silencio, se conmovió por la historia de Sebastián y decidió ayudarlo.
Silvia y Sebastián emprendieron un viaje juntos, recorriendo diferentes lugares en busca de respuestas. Visitaron a sabios y hechiceros, pero ninguno tenía una solución para devolverle la voz a Sebastián. Silvia se sentía frustrada por no poder ayudarlo y empezó a cuestionarse su elección de permanecer en silencio. En su camino, se encontraron con un anciano sabio que vivía en lo alto de una montaña. Este sabio, conocido como Maestro Zen, los recibió con amabilidad y escuchó su historia. Después de meditar en silencio durante un tiempo, el Maestro Zen se dirigió a Sebastián y le dijo: "La respuesta que buscas no está en el exterior, sino en tu interior. El silencio no es un obstáculo, sino una puerta hacia la verdadera comunicación". Silvia, al escuchar estas palabras, comprendió el mensaje profundo del Maestro Zen. Se dio cuenta de que el silencio no era un vacío, sino un espacio de conexión interior. Silvia decidió compartir esta revelación con Sebastián, quien, a través de la serenidad y la introspección, encontró la paz en su corazón.
A medida que Silvia y Sebastián regresaban a la cabaña, ambos se sentían renovados. Silvia apreciaba el valor del silencio como un medio para conectarse consigo misma y con los demás. Sebastián, por su parte, encontró una nueva forma de comunicarse a través de gestos, miradas y acciones. Desde aquel día, Silvia y Sebastián compartieron una amistad especial. Aunque Silvia seguía prefiriendo el silencio, aprendió a usarlo como un lenguaje profundo y significativo. Y Sebastián, a su vez, descubrió que la verdadera comunicación va más allá de las palabras.
Así, Silvia y Sebastián vivieron en armonía, valorando la importancia del silencio y Sebastián, a su vez, descubrió que la verdadera comunicación va más allá de las palabras. Así, Silvia y Sebastián vivieron en armonía, valorando la importancia del silencio y el poder de la conexión genuina. Y su historia se convirtió en un ejemplo de cómo el silencio puede hablar más fuerte que cualquier palabra.
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Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
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