Nacido en un pequeño pueblo entrerriano, Mansilla , donde ya muchos ni lo recuerdan, quizás algún pariente que por ahí le quedo, ,, talvez un compañero de escuela, luego de hacer la secundaria en Concepción del Uruguay, partió rumbo a La Plata, donde estudio y se gradúen filosofía, obtuvo una beca y partió a París “La Ciudad Luz” donde falleció a los 85 años. En Francia, a donde arribo en 1960 para afincarse allí definitivamente se relacionó entre otros con Julio Cortazar y Alejandra Pizarnik, hallo el amor, se caso y tuvo dos hijos. Siempre escribió en un español teñido de un halo de nostalgia por tu patria chica, así se refleja en sus poemas. Su primer libro, Cartas para que la alegría fue alabado por Carlos Mastronardi en la Revista Sur de Victoria Ocampo (1959), le siguieron más de 20, poeta, novelista y dramaturgo, obtuvo el reconocimiento de Francia (Caballero de la Ordre des Arts et des Lettress – 1986 /Commandeur de l'Ordre des Arts et des Lettres – 1999 Y Argentina (Diploma al Mérito Konex 2014). Pese a su residencia en Francia siempre escribió en español en un estilo muy difícil de traducir según Laure Bataillon, la muerte lo sorprendió sin haber culminado su ultima novela que tenía como lugar protagónico a su Mansilla natal.
Reconocido en los ámbitos literarios muchos conciudadanos ignoraban de su existencia. es por ello que a modo de cierre de estas líneas comparto un trabajo suyo
DEL LIBRO CARTAS PARA QUE LA ALEGRÍA
El viaje lo trajimos lo mejor que se pudo. De todas las mariposas de alfalfa que nos siguieron desde Mansilla, la última se rezagó en Desvío Clé. Nos acompañamos ese trecho, ella con el volar y yo con la mirada. Venía con las alas de amarillo adiós, y, de tanto agitarse contra el aire, ya no alegraba una mariposa sino que una fuente ardía. Y corrió todavía con las alas de echar el resto: una mirada también ardiendo paralela al no puedo más en el costado de tren que siguió.
La gallina que me diste la compartí con Rosa, ella me dio budín. En tren es casi lo que andar en mancarrón.
Los que tocaban guitarra cuando me despedías vinieron alegres hasta Buenos Aires.
Casi a mediodía entró el guarda con paso de "aquí van a suceder cosas", y hubo que ocultar a cuanta cotorra o pollo vivo inocente de Dios se estaba alimentando.
En el ferry fue tan lindo mirar el agua.
¿Y sabes?, no supe que estaba triste hasta que me pidieron que cantara.