¿Qué hacen todos ellos?
Es dolorosa en verdad,
la impotencia espinante
como corona castrante
que siento al caminar
por calles de la ciudad.
Me duele hasta sangrar
ver a mi paso
las míseras manos extendidas
pidiendo una caridad.
¿Pero que es realmente una caridad?
Darles una moneda ahora
para mañana despertar sin pensar,
sin intención, sin ayudar en verdad.
Hoy son los padres,
mañana los hijos
y así eternas las generaciones
sin una verdadera intención.
Sentada a la mesa
agradezco los alimentos a Dios,
todo esto con educación
exigiendo a la familia
conducirse con distinción
¿Pero, el niño que lustra
diario mi calzado?
¿El harapiento que cada domingo
hermosea mi jardín?
Trayendo al hijo
para enseñarle el oficio.
Ese oficio que tatúa ayuno
y cansancio en el rostro.
¿Y el anciano solitario
que atiende la puerta
del lujoso colegio?
¿Y la viuda seguida de sus hijos
que sale a la calle
ofreciendo innumerables servicios,
en cualquier menester
que les ayude a comer?
¿Y el enfermo rogoso
a las puertas del templo
donde enseñan amor?
¡Enseñan amor!
¡Amor al semejante!
¿Qué hacen todos ellos?
¡Que hacen todos ellos!
¿Se sentarán a la mesa
agradeciendo el alimento diario,
tendrán en verdad una mesa digna,
o tan siquiera alimento?
¿Y yo?
¿Yo que hago por ellos?
Solo deposito una moneda
en sus míseras manos extendidas
y sigo de largo la vida,
sin mirarme en ellos,
sin sentirme semejante,
para luego descaradamente
rogar a Dios su atención.
¿Al llegar a casa
y mirarme al espejo
que puedo decir, que puedo pensar?
¿De dónde ésta tranquilidad?
Con que cara veo a mis hijos
ignorando en la calle otros niños,
como atiendo a mis padres
ignorando a los ancianos miserables.
¿Cómo juzgo un alma confundida
que busca el sustento
después de perder al marido
que solo hereda los hijos?
Es tan difícil,
incluso podría ser extenuante,
quizás en lentos avances
llegaríamos todos a ser
en verdad semejantes.
¡No puede ser imposible!
¡No es imposible!
Tener un solo Dios,
respirar el mismo aire
es un principio importante
¡Tiene que llegar el día!
Ver puesta mi sonrisa
en cada rostro sangrante
que al sanar sus heridas
lleve su camino hacia delante
sin llantos en ayunas
y fríos en penumbras.
Nacida la intención
¡No hay imposibles!
Tiani Garilú.
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Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
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