Dolor…
Lagrimas,
conjugación de vida con relatividad,
tiempo con olvido.
Estamos atados inexplicablemente
a recuerdos y palabras.
Angustia y desesperación ante el hijo callado,
resentido y adolorido,
por nuestra culpa.
Somos humanos,
hechos de carnes y errores.
Siempre falibles e inexactos,
sin posibilidad de poder arrojar
la primera piedra inocente y sin culpa.
Duele más el silencio y la indiferencia,
que la dura bofetada.
Callar ante quien está arrepentido,
es un castigo muy grande,
profundo e inquietante.
Conjugamos todo con dolor,
como cuando unimos lágrimas
con soledad,
dolor con oscuridad.
Carencias de alegrías y besos,
abundancia de dolor y lágrimas,
ausencias de miradas,
Silenciamos las palabras...
Perdón,
cruz sin rencores,
miradas hacia el futuro,
caminos que se cruzan y encuentran,
mejillas acariciadas con besos,
abrazos,
calor.
Latidos de corazones,
miradas y sonrisas,
sueños y realidades.
Volver a decir con alegría:
- ¡Te Amo!
proximidad,
amor reencontrado,
miradas coincidentes,
suspiros, lágrimas,
labios que se unen en besos,
manos que se estrechan,
¡Volver a Sonreír!
Perdonar como perdona Dios,
Como lo hace una madre.
Perdón que rescate para siempre,
el verdadero sentido del amor.
Obed Juan Vizcaíno Nájera.
Maracaibo.- Venezuela.