EL CUARTO REY MAGO
Mini cuento
Artabán, Melchor, Baltazar, Gaspar Venían Entre arbolitos y piedras
camino por Jerusalén tres reyes: Artabán no llegó, se perdió
magos de oriente que de magos, nada, presentes ante Herodes, en Judea
buscando al nuevo Rey de los judíos, preguntan ¿Dónde está, será ha nacido?
Solo el Judío era citado a Belén.
Herodes no sabía del recién niño nada del nacimiento de este Rey
ha nacido un Mesías anhelado ni Herodes ni en su corte hubo regocijo,
decreto, preguntas, solo apatía. Ellos, después de oír al rey, continuaron
Habían vista la estrella de Oriente los Magos partieron detrás la Estrella.
y he aquí, la estrella iba delante de ellos. Entraron; vieron al niño con María
y postrándose, le adoraron. Todos ellos “se ‘postran’ ante Jesús”.
impulsados a dar tres obsequios Oro, incienso aromático y mirra
Estos tres dones son muy simbólicos avisados en sueños no volvieron
tornaron a casa en otro camino
Dr, Rafael Mérida Cruz-Lascano. OFS
Guatemala, C. A.
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Él no llegó hasta Jesús, pero Jesús finamente llegó hasta él, aunque aquí no se relata.
Buen cuento. Gracias por participar.
Rafael:
Excelente cuento has creado. Muy original presentando a un cuarto rey mago que se había perdido. Me encantó la historia. Te felicito :)
Agradezco la visita.
Muchas gracias Milagros Hernández Chiliberti. Esa partecita, honestamente no la sabía. Me puse de inmediato a tratar de leer algo (después de muchos años, ni me acordaba) y encontré una película que se llama El CUARTO REY MAGO, es de 1985 en YouTube., es interesante.
Muhcas gracias, Silvana Beatriz.
Rafael.
Qué lindo los relatos que nos hacen viajar e imaginar tiempos y rostros.
Felicitaciones por compartir y llegue bienestar a todxs en este 2022
Este relato publicado en 1895, fue escrito por el teólogo Henry Van Dyke (1852-1933), escritor de cuentos, poeta y ensayista estadounidense.
Aunque la versión “oficial” apunta a que únicamente fueron tres Reyes Magos los que acudieron a visitar al recién nacido, hubo un cuarto Rey Mago del que poco se habla porque desafortunadamente nunca logró llegar a donde el niño Jesús se encontraba.
Había un cuarto Rey Mago, que también vio brillar la estrella sobre Belén. Vivía entre las montañas de Persia y se llamaba Artabán, y al igual que Gaspar, Melchor y Balthasar, había observado la estrella que anunciaba, según las antiguas profecías, el nacimiento del hijo de Dios y decidió seguirla. No lo pensó dos veces, vendió todas sus pertenencias y compró de regalo para el niño Rey, piedras preciosas. Luego emprendió un viaje de diez días para encontrarse con sus amigos Gaspar, Melchor y Balthasar y así juntos poder ir al encuentro del niño Jesús. Sin embargo, en su camino se fue encontrando con diversas personas que iban solicitando su ayuda.
Este Rey Mago las atendía con alegría y diligencia, e iba dejándoles una perla a cada uno. Pero eso fue retrasando su llegada y vaciando su cofre. Encontró muchos pobres, enfermos, encarcelados y miserables, y no podía dejarlos desatendidos. Se quedaba con ellos el tiempo necesario para aliviarles sus penas y luego procedía su marcha, que nuevamente era interrumpida por otro desvalido.
Sucedió que cuando por fin llegó a Belén, ya no estaban los otros Magos y el Niño había huido con sus padres hacia Egipto, pues el Rey Herodes quería matarlo. El Rey Mago siguió buscándolo, ya sin la estrella que antes lo guiaba.
Buscó y buscó y buscó… y dicen que estuvo más de treinta años recorriendo la tierra, buscando al Niño y ayudando a los necesitados. Hasta que un día llegó a Jerusalén justo en el momento que la multitud enfurecida pedía la muerte de un pobre hombre. Mirándolo, reconoció en sus ojos algo familiar. Entre el dolor, la sangre y el sufrimiento, podía ver en sus ojos el brillo de aquella estrella. Aquel miserable que estaba siendo ajusticiado era el Niño que por tanto tiempo había buscado.
La tristeza llenó su corazón, ya viejo y cansado por el tiempo. Aunque aún guardaba una perla en su bolsa, ya era demasiado tarde para ofrecérsela al Niño que ahora, convertido en hombre, colgaba de una Cruz. Había fallado en su misión. Y sin tener a dónde más ir, se quedó en Jerusalén para esperar que llegara su muerte.
Apenas habían pasado tres días cuando una luz aún más brillante que mil estrellas llenó su habitación. ¡Era el Resucitado que venía a su encuentro! El Rey Mago, cayendo de rodillas ante Él, tomó la perla que le quedaba y extendió su mano mientras hacía una reverencia. Jesús le tomó tiernamente y le dijo:
“Tú no fracasaste. Al contrario, me encontraste durante toda tu vida. Yo estaba desnudo, y me vestiste. Yo tuve hambre, y me diste de comer. Tuve sed y me diste de beber. Estuve preso, y me visitaste. Pues yo estaba en todos los pobres que atendiste en tu camino. ¡Muchas gracias por tantos regalos de amor! Ahora estarás conmigo para siempre, pues el Cielo es tu recompensa.”
Para la Iglesia católica, la versión del cuarto rey mago no existe en las Sagradas Escrituras, ni tampoco aparece en los libros apócrifos de la Biblia, solo se trata una historia del escritor americano Henry van Dyke,
RED DE INTELECTUALES, DEDICADOS A LA LITERATURA Y EL ARTE. DESDE VENEZUELA, FUENTE DE INTELECTUALES, ARTISTAS Y POETAS, PARA EL MUNDO
Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
http://organizacionmundialdeescritores.ning.com/
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