CANTÓ LA PAILA
Era de acero reforzado, negra de hollín, como la oscuridad que reinaba en el ambiente cuando la blandió sin ningún tropiezo de conciencia, y con aquella fuerza que nunca sospecho tener. Fue un ruido sordo, sólido y definitivo, luego, el silencio de la noche empezó a zumbar en sus oídos mientras se recostaba a la pared para buscar apoyo y miraba al vacío. No lloró, hace rato se le habían terminado las lágrimas…
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El golpe fue de una contundencia tal que le hecho al piso, fue un puñetazo en medio de la frente, dado con rabia y sin misericordia. Luego, le tomó por los pies y la arrastró desde la cocina hasta la sala, donde la tanda de patadas fue más larga que un tranque de carros provocado por manifestantes universitarios. Después de aquello el salió dando un portazo. Pasaron más de treinta minutos para que volviera en sí; abrir la puerta y pedir auxilio fue una faena sobrehumana. Ya en el cuarto de urgencia las excusas abundaron, sufrió un mareo y cayó mientras subía la escalera, que sufría de presión baja, que nunca se chequeaba, que iba a ver que le pasaba,…
Volvió a casa, todo estaba como antes del incidente, pasó de todo y no pasó nada. Su existencia continuó sin recriminaciones, ya sabemos que el llanto, el dolor, el abuso, el irrespeto, la sensación de traición, degradación e impotencia, así como todo lo sometimientos cotidianos, se tragan con amargura, pero se tragan. Eso sí, las amenazas y el miedo no frenan el desamor que va naciendo abonado por la inquina, y menos detienen la desesperanza que aumenta sin cesar.
Otro día, ocurrió en el auto, yendo hacia el campo. Solo bastó un comentario trivial y abierta la puerta, rebotaba en la calle. Los raspones, la pierna rota y la contusión craneal fueron achacados a un atropello con fuga, el miedo es cosa terrible cuando se enquista en los huesos, ¡ni pensar en la denuncia!….
Lo que la llevó jugar con la idea del resarcimiento fue el agua hirviendo que le arrojó encima, sus pechos enhiestos de ángel se volvieron rosas mustias, mariposas marchitas que no tocarían el cielo de ahí en adelante. El doctor no comprendió muy bien cómo un tropezón pudo causar tal calamidad, pero fue más su insistencia que todo el sentido común del mundo.
El barrio era espantoso, la violencia se tomaba todo el sitio y cada día era más difícil vivir en aquella infortunada casa. Así que se atrevió a sugerir un cambio de vida, mudarse, una vuelta de tuerca a ver si todo mejoraba. La caída resultante desde el primer piso dejó una mancha carmesí en la acera, parecía el dibujo de una flor gigante hecha con aerosol. Luego de tres meses, soldada la cadera y curadas las heridas, volvió a casa, sí, volvió de nuevo. No hubo un buenos días, ni un Dios te guarde. ¡Como los iba a haber! El control de la televisión y el trago le entretenían demasiado para gastar saliva en darle un miserable saludo.
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Se levantó con sigilo (con aquel silencio con que vivió todos los días de su vida - muda, aterrada y sometida), la cama fue su cómplice y testigo, no lanzó ni un solo ruido. Ella caminó lenta, lenta, lentamente, y llegada a la cocina, con esa lentitud que evadía el ruido, con toda la tranquilidad que brinda una decisión irrefrenable se dio a la tarea de escoger qué paila o sartén era el más propicio para la tarea que aquella noche se había impuesto. Escogida la paila, regresó a la habitación que por varias décadas ocultó el maltrato a propios y extraños. El dormía a pierna suelta, boca arriba y despreocupado, como siempre. Se paró a su lado, lo miró largamente y repasó cada golpe, cada ultraje, cada insulto, cada daño grabado en su cuerpo y espíritu, luego, se despidió mentalmente y alzó la paila...
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Terriblemente cierto !
Graciasss por poner palabra, cuantas más palabras nos unamos más fuerzas sentirán para denunciarlos e irse de ese horroso ambiente, más concientización habrá de parte de los funcionarios, legisladores y estado para implementar medidas preventivas y un nunca más aflore en sus vidas
Educación indispensable en todos los lugares públicos, asesoramiento y refugios... hay que trabajar en red comenzando desde la escuela enseñando desde los primeros años al niño sus derechos... a amarse con respeto y sin violencia !
Graciassss !!! Mané Castro Videla
Estupenda narración y desenlace... la violencia no puede generar PAZ ni Armonía, sino más violencia que regresa... consciente o inconscientemente creamos nuestro presente y nuestro futuro... y no podemos culpar a nadie de lo que recibimos...
Bendiciones incesantes
Terriblemente cierto !
Graciasss por poner palabra, cuantas más palabras nos unamos más fuerzas sentirán para denunciarlos e irse de ese horroso ambiente, más concientización habrá de parte de los funcionarios, legisladores y estado para implementar medidas preventivas y un nunca más aflore en sus vidas
Educación indispensable en todos los lugares públicos, asesoramiento y refugios... hay que trabajar en red comenzando desde la escuela enseñando desde los primeros años al niño sus derechos... a amarse con respeto y sin violencia !
Graciassss !!! Mané Castro Videla
RED DE INTELECTUALES, DEDICADOS A LA LITERATURA Y EL ARTE. DESDE VENEZUELA, FUENTE DE INTELECTUALES, ARTISTAS Y POETAS, PARA EL MUNDO
Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
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