Sólo cuatro poemas:
VI. SEGUNDA MUERTE DE MARÍA
40 AÑOS DESPUÉS
María volvió a besar los muros de sus calles intransitables
andar a pie confundida por las luces de los anuncios comerciales
llamar a Isaías por su nombre
aunque ya no haya ningún perro
que responda con sus ladridos ensordecedores
sólo una misma imagen dando vueltas en la habitación
ocultándose en un rincón del cuarto
María seguía siendo fea
y yo seguía clavado a su belleza intangible
acariciando su cuerpo infinito sus cabellos ondeados
sus manos que hacían los espacios perfectos
pero su edad se volvió una gran sombra
sus tardes se ataron a sus lágrimas
dentro de una pequeña cabaña solitaria
sola con mi recuerdo
y su inocencia perdida una noche de otoño
María se desnudaba ignorando las miradas del mundo
su cuerpo puro y cálido
su olor indeleble
y toda su tristeza áurea
permanecía intacta en mi memoria
en la imagen que dibujaban las cortinas
bajo este mar de sombras
La botella de leche en el mismo rincón
Isaías temblando solitario en una esquina
mi hijo envuelto en una sábana blanca
estaban allí
en ese silencio de la noche
en ese aullido de la soledad que lo abrazaba todo
María estaba muerta
mi hijo heredó su perfume
su gran melancolía
su perro miserable
yo la abracé llorando
pero su aliento de pobre no pudo más
ella murió
y yo morí con ella
Una noche como esta
María estaba de pie
pegado a la pared de la habitación
y sus calles inhabitables andaban por el cuarto
punzando aquellos años de felicidad
golpeando a la puerta que había decidido
no abrirla para que no huya Isaías
y su olor no se desvanezca con el olor de la mañana
y su recuerdo continúe grabado en los viejos papeles
Mi niño alcanzó los planetas
jugó con las estrellas
y escapó por la ventana
María instantáneamente
tomó su cuerpo
agarró su ropa
abrió la puerta y se alejó presurosa sin mirar para atrás
El cielo cayó a mis brazos
los años me hicieron viejo como un viejo árbol
y mi perro murió en su rincón de siempre
Hace años que ya la casa no es la misma
mi niño cuelga del cielo
y María está pintada en la pared de la habitación
con sus cabellos ondeados
su cuerpo infinito
“y su tristeza áurea y definitiva como la mía”.
LOS PERROS DE HOPKINS
Hubo un perro que creció por la derecha
alto y libre entre muchos otros
marginal cuando los matices
no armonizaban sus dolores
aquellos dolores enormes e interminables
que se pegaban a las paredes
a esas paredes sucias de Lima en otoño
donde también nosotros crecimos de cara
a los vanos recuerdos
un perro baldío y un corazón dispuesto
a llenarse de tatuajes el alma
un perro en el umbral
un perro en la confitería
un perro equivocadamente perro como muchos
porque le dio asco ser una jauría y ladrar como todos
para no morir con una bala en la panza
lo conozco
nació conmigo embebido de falsas manías
académico y creyente
lo recuerdo porque dimos juntos los primeros pasos
caminamos los mismos caminos vertiendo
lágrimas diferentes
Hubo un hombre que era un perro persiguiendo
gatos pintados en las aceras
tomó un arma y derribó algunos pájaros
se hizo perro miliciano
asmático y suicida
fue héroe de su propia piedad
de sus propios espectros
lo conozco como me conozco yo
porque lo soñé temblando en un rincón del cuarto
porque lo escuché en el silencio de un blues
siglos y siglos
yo estuve entre cuatro paredes solo y desnudo
delgado hasta los huesos
arrancándome las penas para no morir más
arrancándome lo que soy
arrancándome lo que he sido cien veces
a espaldas de todo el mundo
Esta es mi vida y este es mi revés
soy yo y eres tú querido perro maldito
pero hoy
yo me adhiero a tus penas y a tus sueños.
X. 180 MIL HISTORIAS PARA LA VIDA DE UN MUCHACHO QUE LLEGÓ A SER UN VENDEDOR DE LIBROS
Con los años se llenó de verdes escamas la piel y los sueños
hijo de un viejo retrato olvidado en el estante
hacedor de caminos con caminantes inmóviles
de caminantes con caminos que se paran y se van andando
sin volver para atrás
inmenso como su río de orín que humedecía las paredes vecinas
después de llegar cada domingo con los billetes del secreto
de atravesar las puertas más impenetrables
Héroe en deshojar los libros de ficción para pegarlos
En las ventanas de los burdeles
de los pecados que advertían una mente absurda y psicótica
con su bigote respingado y sus botas de cuero negro
que de vez en vez lustraba
hacedor de la luz envuelto en trapos viejos y herméticos
viento silencioso y largo
rostro perdido robado pintado de memoria
nació con la corbata ajustada al cuello
con los caballos ciegos corriendo sin rumbo
con la luna hecho pedazos
se enamoró de un leopardo de plata
de un puente colgante al que atravesaba por las tardes
se enamoró de una lumbre en la ventana
de una espalda blanca esculpida sobre la roca
mojada por la lluvia
lo hallé en el camino
habiendo superado todos los caminos habituales
intentaba alcanzar una fina raya en la tierra
una luz para iluminar el recorrido largo de sus venas
una verde manía de intentarlo todo
hasta la locura de ir hacia el norte para crear el sur
para crear un gran camino que conduzca
a una vejez bella y memorable
una vejez de 1990
con un libro bajo el brazo
veinte metros de silencio
y 180 mil historias que recordar.
LA SEMANA DE LOS 7 INVIERNOS
Y yo la he visto alzarse como un hongo
sobre esta realidad indescriptible
con sus extremos viciosos
y su luna europea en el camino de siempre
bajo esas posibilidades de elaborar las cosas – dos veces
con la exactitud acostumbrada
Yo la he visto atenazada al cadáver de un perro pequeño
estremecerse por las noches con el filo del asfalto
con la mortaja de los cuerpos muertos
de amigos y hermanos
La semana de 7 paredes y un corredor interminable
7
7 cifras
espacios y 7
para trayectorias
7 para andar
conciencias por estos 7 caminos
7 inviernos silenciosos
Yo la he visto hablar con la lógica de una niña de doce años
llorar a mares por aquellos recuerdos
de una época que jamás olvidó
partir el pan por la mitad
tomar el vino con la imperiosidad de siempre
con los ojos cerrados al pie de una Lima infernal
con el invierno sobre los hombros
eludiendo las miradas
pero yo la he visto en el lago con la noche final
y las sábanas sucias en el hotel
oculta bajo las sombras
con una guitarra vieja intentando un jazz
con sus cabellos sueltos y un puñal en la mano
gritando un nombre con odio
y luego un nombre con amor
la he visto en un libro francés
en un poema de Baudelaire
en una calle de la Habana cantando entre dientes
una canción de nueva trova
delirando en alta voz
la he visto como una estatua
descalza
raquítica
sucia
fantasmal
oyendo su nombre en todos los rincones
leyendo las palmas de las manos
pintando de esmalte rojo su seno izquierdo
como a sus uñas
bebiendo hasta la D
hablando de política en la mesa
Yo la he visto en una gran torre
intentando el suicidio ansiado
cambiando de traje para ir a los circos
ocupando la butaca más lejana
la he visto jugar en el mar
y hacer castillos de civilizaciones antiguas
escoger sus recuerdos sus sueños
sus verdades sus temores
saludar a los vecinos con indiferencia
fumar un cigarro
hablar por teléfono horas y horas
dormir hasta pasado el medio día
Sabía su número y la echó a los perros
sabía su nombre su cuerpo
su color su mañana
tuvo 6 hijos
un esposo y muchos fracasos
ella es mi MADRE
y aún su oficio consiste
en crear el amor las palabras
y los momentos bellamente inolvidables.
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