Estaba feliz por el nacimiento de su hermana Camila. Tan pequeña y rosadita como un camarón.
Su madre la amamantaba cada dos horas, por lo que se veía agotada.
Él tenía que ir al liceo todos los días porque estaban en exámenes finales, no podía defraudar a sus padres, pero sabía, tenía conciencia de la colaboración en momentos difíciles.
Se pondría a limpiar la cochera para hacer algo útil y mientras lo hacía se encontró un antiguo baúl que al abrirlo estaba lleno de diferentes tipos de armas. Se veían antiguas, tal vez sin ninguna función ni uso.
Mientras las examinaba, encontró entre ellas, un pequeña tarjeta adosada a la culata de una vieja, más bien antigua escopeta de dos caños, una verdadera reliquia.
La letra era minúscula, imposible de leer a simple vista; recordó que en el escritorio de su padre, profesor de literatura, él guardaba una lupa que bien lo podría ayudar es esos momentos. Fue hasta el escritorio, encontró la lupa y volvió a la cochera.
Ahora provisto de la lupa trató de descifrar lo allí escrito. Dos frases escritas en un idioma desconocido, le impidieron entender el significado de ellas. Optó por llevar el arma y consultar con su padre para que lo ayudase a resolver la incógnita.
Su padre lo miró extrañado con el arma en la mano y trató de descifrar el escrito que señalaba que hubo un asesinato y que el cuerpo se encontraba cerca del árbol de manzanas. Unas manzanas que tenían un sabor delicioso e inexplicable. Tan rojas y jugosas.
No quedaba de otra que llamar a la policía para que hiciera los trámites pertinentes y descubrir la identificación del supuesto cuerpo.
El caso fue abierto. Y luego de unas pocas semanas, llegó el informe policial, en el cual se informaba que no hubo pruebas del supuesto asesinato y que el caso fue cerrado por falta de evidencias.
Nuestro joven estudiante, no se dio por vencido del informe policial, y sin dudarlo, decidió investigar por si mismo el asunto.
El sábado siguiente, tomó unas herramientas que creyó necesarias del galpón del jardín, y encaminó sus pasos hacia el manzanar sospechoso de guardar secretos.
No bien llegó, estudió el terreno, todo pareciera normal, aunque una sanja paralela al sospechoso árbol llamó su atención.
Comprendió que tal detalle era algo ilógico, no cabía ninguna explicación.
Decidió, como primera medida, seguir dicha sanja...comprobó que proseguía unos varios metros hasta desembocar en un montículo de piedras. Volvió sobre sus pasos y regresó con la pala que había traído.
Procedió a moverlas... y sorpresa...allí debajo había una especie de tapa de metal herrumbrada; ejerció un poca de fuerza con la intención de moverla, o quizás abrirla...tuvo suerte, consiguió su cometido, la corrió a un lado y un pequeño cofre yacía en el fondo de pozo.
Sacó el cofre que estaba abierto con huesos, cadenas de oro, anillos con piedras preciosas, zarcillos y otros objetos que se veían antiguos.
Lo más rápido que pudo fue a buscar a su padre para decirle sobre tan extraño hallazgo.
Juntos fueron al lugar, llamando a la policía, quién llegó en breves minutos, haciéndose cargo del caso y diciéndoles que si las joyas no tenían dueño, ellos se podían quedar con ellas. Por ahora, lo más importante era saber a quién pertenecían los huesos encontrados.
Esta vez, padre e hijo, participaron a la madre de la decisión de la policía.
Después de unas semanas de incertidumbre, una mañana se presentaron dos agentes de policía en el domicilio de la familia, para informarles que dado que nadie se había presentado reclamando pertenencia de los elementos hallados, éstos quedaban en posesión de la familia.
La alegría fue total, el destino, por así llamar a la suerte, les otorgó, a semejanza de una varita mágica, un buen pasar que por supuesto sabrían aprovechar.
Y como todos los cuentos, también este llega al final.
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Autores
María Alejandra Jiménez (Venezuela/España)
Beto Brom (Israel)
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*Imagen de la WEB c/texto incluido
*REGISTR@DO
Comentario
Estimado Federico, contentos al saber que gustaste de nuestro trabajito.
Enviámos un par de abrazotes, colega de la pluma.
María Alejandra/Beto
Estupendo, María Alejandra y Beto... me han mantenido en vilo de principio a fin... he disfrutado mucho vuestro hermoso cuento.
Bendiciones incesantes
Amigazo Elías, ambos agradecemos tu presencia.
Un par de abrazotes en camino...
María Alejandra/Beto
RED DE INTELECTUALES, DEDICADOS A LA LITERATURA Y EL ARTE. DESDE VENEZUELA, FUENTE DE INTELECTUALES, ARTISTAS Y POETAS, PARA EL MUNDO
Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
http://organizacionmundialdeescritores.ning.com/
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