Solo
Si pudiera decir lo que a mi estima quiero
(desvistiéndome de falsos idilios
que para mal ocluyen las resonancias
de las primarias verdades
en el cambio que nos dimos a sus luces)
crecería a mis ojos -críticos acérrimos-
que siempre ven mis fatales palabras
tergiversándose en los jueces oídos
de los inquisidores -dueños de todos los argumentos-.
Sin aspirar la gracia de paternales perdones
-que todo desmerecen-
quiero despojarme de remilgos cuidos ciudadanos
que amordazan los improperios -más sucios
al no decirse- en el miedo del decir criticable;
que posibilita la autoridad
para ordenarnos el silencio ante la tumba
de los imprescindibles -que saben esgrimir
a sus conveniencias-.
Solo…
Sin preocuparme la posibilidad del regreso
afirmo por sobre mis temores
que la verdad es verdad, cuando al decirle:
entregamos -sin ambages- la conciencia;
y que la sinceridad suele ser desastrosa
para las relaciones sociales -en que aún se simulan brillos-.
Y aun al bien, se imponen los dogmas.
y es pobre aún la tolerancia, de las -casi normales- diferencias
y aún hay perseguidores que viven de las faltas
y aún quedan simios que repiten ajenas maromas
y aún las apariencias valen
y aún el dinero es la posibilidad.
Y aunque rebelde en mis razones, me atan
me deprimen…
Bajo el óxido de las concesiones-.
Pichy
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