A mi más grande amor…
A su recuerdo
Pasé, como han de pasar las malas aguas,
una gota en el caudal que te ha tocado vivir,
insignificante para el río inmenso de tus pasiones
pero una gota viva que me agitó
desde lo profundo de tu fondo rocoso
hasta lo más alto de tu grandeza.
Allí, donde el aire choca tus aguas,
allí, donde nadie llegó,
allí pretendí llegar,
quizá lo logré, quizá no…
solo el tiempo dará la respuesta
cuando no sea parte de tu tiempo,
cuando el verano intenso haya hecho mella en tus aguas,
cuando el sol horade las orillas de tu cauce,
pero no aún, aún no,
ahora es invierno, el invierno de tu vida
y caen del cielo torrenciales gotas.
Quiera Dios que perdure tu tiempo,
quiera el tiempo que perdure tu invierno,
quiera el invierno que perduren tus aguas,
quiera Dios.
Me toca tomar la orilla del cauce
y ocultarme de las brasas del sol, disiparme,
bajo una roca perturbada por la brisa, disiparme,
entre hojarascas muertas que se hacen abono y alimento,
separado de la fuerza de tus corrientes impetuosas,
sin formar parte de ti, sin ti… sin mí,
a resguardo de la muerte, huyendo del sol del olvido
con la suficiente vida para amarte el resto de mi vida
para amarte infinita y eternamente
como te amé, como te amo… como te recuerdo,
como recuerdo cada momento cuando era de ti,
cuando me llevaste en tu caudal al fondo y al cielo,
cuando fui parte de ti, de tu fulgurante corriente de vida.
Recordarte como te recuerdo…
amarte como te amo.
No pretendo la muerte ni ansío su oscuridad,
empero, separado de tu cauce en algún momento llegará,
me descubrirá escondido entre la hojarasca
y tomará de mí la vida,
desgarrado de tus orillas me llevará,
pero el agua es energía
y la energía no se disipa, se transforma evaporada,
y arrastrado por la brisa de tus fuerzas
llegaré a las nubes que te cubren del sol
y aún por encima de ellas,
al lado de la estrellita solitaria
que tanto vimos, que tanto quisimos,
allí estaré,
junto al hijo de nuestro amor
y lejos de ti,
indefinidamente.
Ya es tarde y debo partir
largo trecho de soledad me espera
casi una eternidad,
y aun así,
partiendo con la tristeza de perderte,
siento la alegría de saber que alguien me espera,
"la estrellita que nunca más estará sola",
¡el hijo de nuestro amor!
Quizá algún día llegue el verano de tu vida
quizá allí te hagas gotita
y vueles evaporada al infinito…
quizá vuelvas a nosotros, allí estaremos,
dos amores de tus tiempos,
uno hijo, uno novio…
uno estrella, uno… yo.
Ya siento tus lágrimas
y oigo las risas de nuestro hijo
¡Hasta siempre… adiós!
© Manuel Bastidas Mora
Venezuela
RED DE INTELECTUALES, DEDICADOS A LA LITERATURA Y EL ARTE. DESDE VENEZUELA, FUENTE DE INTELECTUALES, ARTISTAS Y POETAS, PARA EL MUNDO
Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
http://organizacionmundialdeescritores.ning.com/
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