Vicente Antonio Vásquez Bonilla
Del libro La tortuga andariega.
Cuentos para niños
-Sembrando valores-
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Todas las noches, en el lujoso hospedaje para señoritas universitarias, la comunidad de piojos solía abandonar por unas horas las frondosas cabelleras de sus anfitrionas y alegres asistían a bulliciosas tertulias en donde se divertían bailando, intercambiando chismes y cultivando amistades.
Antes de la salida del sol, los trasnochadores parásitos retornaban a sus respectivas testas a continuar con sus monótonas vidas.
Catalina era una belleza de piojo, digna representante del sexo femenino, joven, agraciada y vanidosa. Nunca pasaba desapercibida, pues sobresalía por sus variados tintes y peinados. Un día se presentaba luciendo una cabellera lisa y rubia, y en otra oportunidad, llegaba con el pelo ensortijado y de un profundo negro lustroso. Cuando menos se lo esperaban sus contertulios, aparecía de pelirroja y así, de continuo, solía sorprender a sus congéneres, quienes la tildaban de presumida y jactanciosa. Ella, sabedora de esas criticas, fingía ignorarlas y disfrutaba de esos momentos que le parecían gloriosos, pensando que las murmuraciones se debían a la envidia de las féminas de su especie. Y así, continuó por largo tiempo, despertando comentarios desdeñosos de las resentidas y arrancando suspiros de admiración de la población masculina. Hoy los deslumbraba con vistosos rayitos y mañana los sorprendía luciendo colores extravagantes, tales como el ridículo verde, el fachoso azul o el estrafalario morado.
Catalina se vanagloriaba de seguir de cerca los pasos de la veleidosa moda y de contar con los recursos necesarios para efectuar sus continuos cambios de estampa. Lo que sus admiradores desconocían y sus envidiosas amigas ignoraban, era que sus cambios de look no dependían de su voluntad; ella, sencillamente, saludaba con sombrero ajeno, pues estaba sujeta al gusto y estado de ánimo de su coqueta, rica y cambiante anfitriona. FIN
La presunción y la vanidad, son en nuestras vidas como monedas falsas. No valen nada.
Honoré de Balzac (1799-1850) Escritor francés: Hay que dejar la vanidad a los que no tienen otra cosa que exhibir.
Comentario
Querida Maigualida: Gracias por tu lectura, tu comentarios, tus besos y tus bendiciones. Eres un amor. Chente.
! Gracias Chente por tus hermosas y amenas letras! Es un gusto leerte amigo. Besos y bendiciones
Querida Senda: Gracias por tu canasta de rosas, pero tu mejor regalo, además de la amistad, es tu lectura y comentario. Besos, Chente.
Estimado Cástor: Gracias por tu ilustrado comentario. Un abrazo fraternal, Chente.
Querida Lilian: Gracias por tu lectura y tu comentario. Besos, Chente.
Me resultó muy interesante tu cuento con moraleja incluida ... te felicito amigo
feliz semana santa
Estimada María Beatriz: Hoy no fue un día perdido, pues te hice reír. Besos, Chentelo.
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Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
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