Voy
Voy abriendo caminos
Sin temblar ante el asombro
Porque no morirás tan fácilmente
Ante el borde oscuro de la noche.
No te detuvo el tiempo
Ni el fracaso más enorme
Ni el aplauso más soñado
Ni la belleza y sabia simetría.
El drama obra en silencio, en cada pétalo
Eclipsado que arranca y despunta cielos
En su danza inmanente, su estupor,
Se desnuda minucioso y renacerás.
Subyugante reconstruirá tu abismo
En tu paso ahuecando el mármol.
Puedes seguir aún en el aire plomizo de la
Tarde porque no mueras con el rojo de la sangre
Que juega a vivir y morir en la vida, el amor, la esperanza.
Va la infancia
¿Dónde está el avioncito que escribió en su cielo…
En dónde están los que tiraban papelitos de colores…
El pantalón cortito, zurcido y gastado casi sin botones,
Los brazos fuertes y tiernos que arrullaban el sueño,
En dónde estoy…ayer, buscando hoy, vuelos perdidos?.
Espacios atravesados donde el sol brilló.
Aún gira el niño con sus cabellos al viento
Tras su barrilete en vuelo desafiando las aves.
En alto va la infancia sueñera con las sortijas
Llevándose alientos, carreras, gambetas, saltos de circo.
Duele el revuelo en la sangre que quema ese tierno tiempo.
La abuela con su pan y caramelos.
La madre que acaricia en abrazos
El niño que duerme en sus sueños
Su música profunda abre sus pupilas génicas.
El agua baja de la montaña al círculo de la vida.
Memoria de las cosas
Un manto se descorre en el
torbellino lejano de la noche
Desde lo alto de la ciudad,
el firmamento anunciaba el milenio.
Exactamente desde la torre de la iglesia
sonaban sus campanas.
En la última noche, donde la vida y su
milagro eran solo para mí.
En el goteo sigiloso la ciudad ovilla la realidad
que embriaga hasta ser voz, eco, sonoridad,
música, palabra sin guía en el sonar de la
lluvia hasta doblarme en mis pies aniñados,
respirar despacito en una versión más adulta,
mientras observo al margen.
Las palabras, sostienen universos de los hombres,
con sus cosas, en donde se guardan las infancias,
detrás de una pared pintada con pintura vieja,
que deja quebradiza la llovizna de la tarde,
donde quedó ese brillo, en los vestidos floreados,
en lo amado, en la familia, en la historia
en sombras destetada hasta ser ellas.
Quiero tocar las palabras que digo, con mis dedos tangibles,
de mi piel vívida, repare la amnesia en esta memoria tardía.
Dolerme en mi muerte, mucho antes que ella me sustraiga entera, con mi razón, mi amor, mi dolor hasta serme olvido.
Las palabras son las únicas
arquitectas de la memoria de las cosas.
Autora : Lidia Cristina Carrizo
RED DE INTELECTUALES, DEDICADOS A LA LITERATURA Y EL ARTE. DESDE VENEZUELA, FUENTE DE INTELECTUALES, ARTISTAS Y POETAS, PARA EL MUNDO
Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
http://organizacionmundialdeescritores.ning.com/
CUADRO DE HONOR
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