Dedicatoria

[Emanuel Silva]

Dedicatoria

 

I

 

A la palidez de los rostros,

a las grises nubes del alba en nacimiento

y en recuerdo de las lámparas

de luces blancas y discretas.

 

A los perfumes que impregnan la noche

de mujeres jóvenes y brillantes

en medio de la tempestad nocturna

lasciva y embriagada por los excesos.

 

A los viajeros que vienen y van

sobre la marcha de los viejos amores

a las sombras del pasado cercano

y al recuerdo de sus voluptuosidades.

 

A los sables del licor añejo

que hieren el alma con sus filos y placeres,

a las dulces y esponjosas tortas

flambeadas con el brandy de aquella noche.

 

A los vientos frescos y entusiasmados

que trasportaron el aroma del vino

y desamarraron la cabellera de la beatitud.

 

 

II

 

A ellos dedico mis cantos alegres.

A los placeres que brinda la vida urbana,

a la patética esperanza de hacer dinero,

al viscoso delirio del amor.

 

Para la ideología sangrante

que profesa tiempos mejores

mañana

o el próximo fin de semana.

 

Para el dogma que condena al suicidio

defendiendo siempre la esperanza

y la estupidez de omitir el placer

que aún pueden brindar los cuerpos jóvenes.

 

A ellos, dedico mis cantos alegres,

pues son las únicas ilusiones que engañan

y complacen con o sin permiso de la víctima.

 

Porque son productos de aquella amiga

versada, desnuda y ornamentada con su propia piel,

la sexualidad darwiniana y calculadora

que nos ata a la insignificancia.

[Miriam Inés Bocchio]

[Beatriz Teresa Bustos]

[SENDA]